Ver al miedo a los ojos

Imagen 3

Traigo esta historia rondando en la cabeza. Quiero entenderla, absorberla. Me parece poderosa para conectar con otros, para recordar que «soy humana y nada de lo que es humano puede parecerme ajeno», parafraseando a Terencio:

«En India, un hombre quiere liberarse de las emociones negativas: ira, pereza, orgullo y, sobre todo, miedo. Lucha y lucha pero no lo logra. Su maestro lo envía a meditar a una cabaña apartada, donde comienza su práctica. Al llegar la noche, enciende velas y continúa meditando. Cerca de medianoche oye un ruido. Abre los ojos y ve una gran serpiente suspendida del techo, mirándolo. El resto de la noche la observa, congelado de ansiedad. Sólo están él, la serpiente y su miedo.

Antes del amanecer se apaga la última vela y él empieza a llorar, no de miedo sino de ternura. Siente la fragilidad de todos los seres humanos. Entonces acepta, de corazón, que es iracundo, que se resiste y lucha, que tiene miedo. También reconoce que es un ser precioso más allá de toda medida: sabio y tonto, rico y pobre, insondable. Está tan agradecido que se levanta en la oscuridad, camina hacia la serpiente y le hace una reverencia. Luego se acuesta y se queda dormido. Al despertar, la serpiente ya no está.

Siempre queremos disminuir el miedo, edulcorarlo, distraernos. Nadie nos dice que nos acerquemos, nos familiaricemos con él, porque encierra las verdades más profundas». -Pema Chödrön, Cuando todo se derrumba (Gaia Ediciones)

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

10 comentarios sobre “Ver al miedo a los ojos

  1. Enfrentar a los miedos es liberador. Muchas veces nos damos cuenta, también, de que lo que sentíamos no era miedo en sí, sino algo que nos han inculcado o enseñado; pero hasta que no enfrentamos ESO, sea lo que fuere, nunca vamos a saberlo con certeza.
    Vivimos en una época, además, en que los miedos son creados de manera constante: miedo al extranjero, miedo a la «bomba», miedo al terrorismo, miedo a perder el trabajo, miedo al cáncer, miedo a la soledad, miedo… (en fin, aquí se enlaza con lo que dijiste en mi blog, así que no haré referencia a eso porque terminaríamos en un «eterno retorno», pero sin duda que estamos, como en el 98% de las veces, de acuerdo. El otro 2% no se me ocurre qué puede ser, pero dejo margen por las dudas).
    Cariños.

    Me gusta

    1. Es liberador, sí, pero cómo cuesta. Yo soy la primera que no me atrevo fácilmente a ponerles cara, quiero aprender a hacerlo y en ese intento estoy.
      Abrazo
      PD Ese 2% yo tampoco sé a qué corresponda pero me parece bien la cautela, alejada de dogmas y totalitarismos…

      Me gusta

      1. Entiendo perfectamente. Soy un hombre con pocos miedos. De hecho creo que me queda sólo uno el cual es, lisa y llanamente, una fobia: aracnofobia. Así es, debo reconocer que le temo a las arañas y que si bien estoy de acuerdo con el tema y el tono del texto, a veces es muy difícil poner en práctica esas ideas. Pero uno habla desde la generalidad. En este momento, por ejemplo, si me llegas a poner una tarántula sobre el escritorio soy capaz de marcar 1`26« la milla y eso con zapatos y traje incluido.
        Lo del 2% déjalo ahí aunque sea falso, sobre todo porque la masa es envidiosa y después comienzan los comentarios y la maledicencia.
        Cariños.

        Me gusta

Añade tus palabrasaflordepiel