Cómo un ojo ciego impactó al niño García Márquez

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«Mi abuelo es la persona con la que mejor comunicación he tenido jamás», le dijo Gabriel García Márquez a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, según quedó registrado en el libro de conversaciones El olor de la guayaba (Diana), publicado en mayo de 1982, sin saber que ese diciembre Gabo recibiría el Nobel.

Luego el escritor añadió esto sobre su abuelo, muerto cuando él tenía ocho años y evocado en el personaje del general sin nombre de La hojarasca: «Había perdido un ojo de una manera que siempre me pareció demasiado literaria para ser contada: estaba contemplando desde la ventana de su oficina un hermoso caballo blanco, y de pronto sintió algo en el ojo izquierdo, se lo cubrió con la mano, y perdió la visión sin dolor. Yo no recuerdo el episodio, pero lo oí contar de niño muchas veces, y mi abuela decía siempre al final: ‘Lo único que le quedó en la mano fueron las lágrimas.'».
Esa imagen se me quedó muy grabada cuando leí El olor de la guayaba, siendo estudiante en la universidad. Ahora que el escritor ha muerto la recuerdo y me parece todavía más sugerente. Y poderosa. Supongo que de eso se trata leer: de quedar marcado por personajes, pasajes, palabras.

(texto originalmente publicado en mi blog Deli(b)rios en el sitio web de la revista SoHo)

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

14 comentarios sobre “Cómo un ojo ciego impactó al niño García Márquez

  1. Lo único que quedaron fueron sus lágrimas…¡qué bonito niña! Conociendo cosas como estas nos hacemos una idea del realismo mágico que vivió en su familia y de cómo le formaron como escritor, único en ese género.
    Besitos

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  2. Como estás Danioska. Ahora tienes un reconocimiento 34 por el cual vivir tu verisión digital del Nobel! Te he nominado para el “Versatile Blogger Award”,
    Que estés bien, y felices palabras!
    Francisco

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  3. Para no parecer un exagerado (y más ahora que tooooooodo el mundo parece haberlo leído de cabo a rabo) comienzo con las dos únicas cosas que no me gustaron de García Márquez: Relato de un náufrago y El General en su laberinto. Lo demás me ha gustado mucho y muchísimo. Nada menos que eso. Y digo esto porque a todo eso hay que sumarle sus trabajos periodísticos y sus entrevistas. No recuerdo si fue él quien en un reportaje (de un medio europeo) dijo que el «realismo mágico» en latinoamérica era, lisa y llanamente «realismo». Y hay mucho de cierto en ello; pero nadie lo expresó mejor que él.
    Un fuerte abrazo..

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    1. Coincido contigo en cuanto a El general (no me gustó), pero no he leído el Relato. De hecho, no he leído todo GGM, asumo que me falta mucho por hincarle el diente en su producción, pero de lo que le conozco Cien años me parece un templo. En todo caso, sí, debe haber sido él quien dijo lo que comentas, porque en varias ocasiones dijo cosas similares, que él se limitaba a poner por escrito las narraciones y cuentos que contaban todos en su pueblo. Así que nuestra América Latina sería, en efecto, la tierra del realismo, donde la magia no se cuestiona. Ahora que estuve en Tehuantepec, un pueblo de Oaxaca, al sur de México, te juro que a cada paso pensaba: «esto es Macondo». Y justo estando ahí me entero de la muerte del Gabo. En fin, coincidencia que me caló.
      Abraziño

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      1. Esa coincidencia, querida, no es una coincidencia… de eso estamos hablando ¿no? Eso lo escribió García Márquez expresamente para ti. Es una mejor explicación del hecho.

        Algún día ten contaré (pero deberá ser por mail porque es algo extenso) de un sueño que tuve, que une a un país imaginario, un amor perfecto, a Borges y a Alberto Manguel. Y la conclusión que más me agrada, por supuesto.
        Cariños.

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