Escribir es una enfermedad: Paul Auster

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Así, como una compulsión incurable, define su trabajo Auster, novelista norteamericano entrevistado en Chile por el periódico La Tercera. A los 18 años quiso ser director de cine, pero renunció a la idea por su timidez. Se dedicó a hacer poemas, hasta que un día «choqué con una muralla. Nunca más pude escribir». Luego retomó, pero con prosa: se dedicó a la narrativa que lo ha vuelto autor de culto para muchos. Confieso haberlo leído poco, sólo The Brooklyn Follies y The Invention of Solitude, pero esta entrevista, a la que llego a través de mi queridísimo Andrés Grillo, me despierta ganas de leer su Trilogía de Nueva York.

Me llama la atención es su manera de entender el oficio. «Todos los días escribo hasta las cuatro de la tarde y en ese punto mi cerebro está frito, estoy tan cansado que apenas puedo moverme. Me cuesta tanto escribir apenas una página […] Los artistas, de una u otra forma, son personas dañadas. Y a veces el mundo real no es suficiente. Tenemos que explorar un mundo inventado. Admiro a la gente que se contenta con las cosas como son, que viven en el presente y no tienen la carga que parecen tener los artistas. Es una compulsión, como una enfermedad. Si estás enfermo, seguramente debes tomar pastillas; ser escritor es algo parecido, debes lidiar con tu enfermedad sentándote todos los días a escribir».

Coincido en que lidiar a diario con palabras es imparable, definitorio, inexplicable. A veces hacerlo es una suerte de enfermedad que maldigo, pero al mismo tiempo es la bocanada de oxígeno por la que peleo a diario.

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

34 comentarios sobre “Escribir es una enfermedad: Paul Auster

  1. Me sorprende esa visión de sí mismo como escritor, siempre pensé que el oficio de escritor, cuando tienes el suficiente éxito para mantenerte con él, es uno de los mejores trabajos posibles, como todo aquel que es realmente vocacional, el resto nos conformamos con uno que nos permite ir tirando en la vida a la espera de jubilarnos 🙂

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    1. A mí también me sorprendió, creo lo mismo que tú, pero pienso que quizá la diferencia estriba en que si vives de escribir se vuelve una obligación, y como toda obligación deja de disfrutarse o, al menos, pierde magia.
      Abrazo, querido

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  2. Te confieso que yo solo he leído «El palacio de la luna» pero me gustó, sobre todo porque sumerge su personaje en la indigencia y la soledad hasta harcérselas disfrutar. Seguro él debe flagelar y retorcer su mente para escribir estas cosas.
    Abrazo
    P.d.- A veces yo también me castigo para escribir.

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    1. No conozco El palacio pero me haces pensar: quizá el dolor al que hace alusión tenga también que ver con el sufrimiento en el que se hunden sus personajes (por lo que entiendo, en general son seres desesperanzados).
      Abrazo fuerte
      PD No le digas a nadie pero tengo una vena masoquista: aunque a veces lo sufro, incluso entonces lo disfruto.

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  3. ¡Hola! ¡Muy buenos días!
    Otra vez una publicación muy interesante que te agradezco mucho.
    En el prólogo de su libro de relatos, Night Shift, Stephen King recordó una pregunta que se le hizo durante una conferencia que había dictado hace tiempo. Le preguntaron si alguna vez no se le había ocurrido escribir algo que no fuera de terror o suspenso. El señor King lacónicamente contestó: «¿Y usted cree que tengo opción?»
    Coincido contigo en que la escritura es un placer, pero también coincido con Auster en que es una condición. Los escritores estamos condicionados a serlo, no tenemos opción, y en ese sentido se puede considerar, sí, una enfermedad.
    ¡Muchos saludos y buen fin de semana!

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    1. Buena anécdota la de King, que nos traes: hemos hablado antes en este espacio sobre la no-opción de quien escribe «por necesidad», es decir, no para publicar o para buscar la fama o el reconocimiento, no por glamour, no porque esté de moda, sino simplemente porque el mundo se vuelve totalmente impenetrable si uno no intenta ponerlo en palabras. En ese sentido coincido plenamente.
      Abrazo fuerte.

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  4. A mi entender, la escritura, tiene ese don terapéutico que puede ayudarnos a entender las proporciones de aquello que pasa alrededor nuestro y nos sucede a nosotros mismos; así alcanzando un poder de sanación, la capacidad de equilibrarnos y ordenar.
    Merece la pena esa carga agotadora que significa.
    recibas mi aprecio.

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  5. Me han desconcertado estas palabras de Auster porque pensando que es un escritor de éxito, imaginaba que escribir para él era un auténtico placer. Nunca que lo sintiera como una enfermedad.
    Aunque es posible que el hecho de hacerlo para ganarse la vida, suponga una carga mayor de lo que podemos entender los que lo miramos desde fuera.
    Me gusta muchísimo y he leído bastantes de sus obras, pero precisamente La Trilogía de Nueva York, no la he leído. Tendré que aplicarme a ello.
    Un abrazo y estupenda entrada, como siempre…

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    1. Creo que añades un punto central a la discusión: el éxito. Me hiciste recordar lo que dijo el dramaturgo Tennessee Williams: el éxito es una catástrofe porque te distrae de la creación pura y dura. Y también en su momento García Márquez declaró que a nadie le deseaba el éxito, porque cuando un alpinista llega a la cima de una montaña lo único que le resta es tratar de bajarla con la mayor dignidad posible. Quizá a Auster le suceda también eso, ser tan exitoso lo constriñe dentro de ciertas expectativas, cifras, contratos, regalías, que ponen la creación en otro contexto, de «dar resultados».
      Un abrazo y gracias, como siempre.
      PD Aquí la entrada sobre Williams, por si alguien ocupa: https://palabrasaflordepiel.com/2013/10/31/la-catastrofe-del-exito-segun-tennessee-williams/

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  6. A mi Auster me gusta mucho, algunas obras más que otras, pero sin duda me quedo con su Trilogía en N.Y., así que apuntensela. Sobre el sufrimiento como escritor yo sí le entiendo. Para mi escribir es un placer y una necesidad, pero tb -en mi afán perfeccionista- un pequeño sufrimiento porque nunca estoy satisfecha y siempre queda esa pequeña (o grande) frustración de no conseguir lo que se quiere. Si a eso le unimos la obligación de un contrato editorial que te obliga a escribir…..Pero que conste que yo lo firmaba ya mismo. 🙂

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    1. Yo firmaba el contrato en este instante, igual que tú, querida. Por supuesto que no siempre es rico escribir, pero aun en esos casos no se me ocurriría concebir el oficio como una enfermedad. No sé, quizá si fuera el trabajo que me diera de comer, al que tuviera que dedicarle tantas horas al día, lo enfrentaría de forma menos lúdica… El hecho de que siempre desee encontrar tiempo para hacerlo lo vuelve mi objeto de deseo…

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        1. Los libros son (creo) ya inconseguibles: uno se titula «El laberinto de Fortuna. Una alegoría política del siglo XV» y el otro es «Coser con tu nombre», de edición chiquitita. En fin, son mis dos hijos y como hijos se les quiere mucho…
          Abrazo, queridísima

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  7. No es el primer escritor al que le leo algo parecido. Escribir puede llegar a ser frustrante y a ratos incluso pesado, pero la mayor parte del tiempo yo lo disfruto muchísimo. Los personajes de Auster suelen ser personas atormentadas, que arrastran un pasado muy pesado. A mí me gusta mucho, es un de mis autores preferidos (si no el que más), y precisamente ‘Brooklyn follies’ me encantó, está entre mis lecturas imprescindibles. Lo demás que he leído de él, que ha sido bastante, incluida la ‘Trilogía…’, no me ha llegado tanto, quizás porque ‘Brooklyn follies’ se distancia significativamente del «standard» de sus obras. Es una novela vitalista, muy dinámica (o por lo menos es lo que transmitió a mí), mientras que las otras suelen explicar historias cuyos personajes están «peleados» con la vida.
    En mi opinión es un escritor magnífico, con una enorme facilidad para transmitir las inquietudes y sentimientos de los personajes mediante un lenguaje directo, sin recurrir a adornos ni rodeos. Envidio esa capacidad para comunicar desde la sencillez.
    Un abrazo!

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    1. Vaya, veo que estoy ante un experto en Auster! Sí, sin duda debo acercarme a él de nuevo, tal vez con la distancia que dan los años lo valore de manera distinta y me seduzca. Y en cuanto al sufrimiento, claro que escribir puede ser frustrante pero, como dices, en general lo disfruto mucho. Incluso cuando las palabras se resisten y no llegan a comunicar lo que quiero, el solo hecho de enfrentarlas en el campo de batalla me entusiasma, me reta. En fin, maneras de acercarse al mismo hecho.
      Abrazote

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  8. Auster es un buen escritor, aunque algo desparejo. El Palacio de la Luna me pareció brillante, la Trilogía de New York –tal vez su libro más famoso– es bueno, pero no mucho más. Leviathán es otro de los buenos. Después es bastante flojo en algunas cosas. De todos modos, El Palacio es altamente recomendable (por lo menos mi memoria así lo guardó).
    Lo que dice con respecto al oficio es muy relativo. Tal vez lo que sea válido para él no lo sea en absoluto para otro. Onetti decía que él escribía cuando tenía ganas; nunca fue de esos que escriben «de 9 a 5». si siguiéramos buceando creo que encontraríamos muchas variantes sobre el mismo tema.
    Cariños.

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    1. Por supuesto, el abordaje del proceso creativo es personalísimo, pero coincido en que debe ser poco disfrutable escribir de tal a tal hora «forzosamente» y terminar molido. Esa disciplina tan rigurosa, con el rasgo positivo de que permite avanzar en los proyectos, le resta a la frescura.
      Sí, cada cabeza (y cada escritor) es un mundo…
      Abrazo dominical

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  9. Uno de los libros que más han tocado todas mis fibras ha sido La invención de la soledad, de Auster. Creo que la interpretación que se le ha dado en estas líneas a lo que refiere como «enfermedad» no es la correcta. Se refiere, creo yo, a que es como tener dentro un bicho incurable que te exige sentarte frente al teclado para intentar disiparlo. Es un ejercicio agotador, brutalmente exigente, que te drena el cuerpo, la cabeza, el alma. Concuerdo con él. Porque, a fin de cuentas, me parece que a lo que se refiere es al ejercicio de liberación que supone la escritura. Escribir duele. Detrás del gozo que implica la creación se esconde, casi siempre, el dolor de llevarlo a cabo, de subir la cuesta, de encontrar las palabras precisas, tan huidizas y escurridizas. Saludos!

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    1. Totalmente de acuerdo en que escribir es agotador, exigente, doloroso pero, como bien dices, liberador, aligerante. Mi punto de disenso ante lo dicho por Auster es que no creo (y puedo estar equivocada) que jamás una enfermedad pueda ser vista como liberadora o aligerante. Es decir, tiene la parte de agotamiento y dolor pero es estéril, no conlleva la semilla creativa o de entusiasmo que sí esconde la escritura. En fin, me enriquece la discusión que se ha generado. Como siempre, no hay una verdad, sino un caleidoscopio de pequeñas iluminaciones.
      Saludos

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  10. Confieso que también me ha sido difícil leerlo, pero hay están en el estante esperando por mi. Ahora encontré en Chile un compendio de sus poemas que visto desde esta entrevista se convierte en infaltable. Sin embargo, cuando se trata de poesía escrita en otro idioma, la traducción cuenta tanto como el mismo poeta.

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    1. Bueno, ese es otro filón: el Auster poeta. Ahí sí me declaro absolutamente incompetente, dado que no he leído ni un poema suyo. Será interesante que compartas tu lectura, cómo te sabe. Y suscribo tu visión sobre la importancia del traductor de poesía: resulta tan fundamental como el propio autor.
      Saludos

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  11. He leído un par de novelas de Auster y desprenderme de sus páginas ha sido todo un trabajo. Tiene la particularidad de sumergirte en sus personajes, obligándote a transitar caminos extraños. Me encanta. No sé porque dirá que escribir es una enfermedad, tal vez porque lo asocie a la meticulosidad, y la meticulosidad muchas veces se transforma en obsesión, será?
    cariños!

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