¿De qué me pierdo al no tomarme selfies?

Foto: Google Search bajo busqueda "Selfie"
Foto: Google Search bajo búsqueda «Selfie»

En esta época en que la compulsión por el protagonismo ha hecho de una foto propia algo no sólo cotidiano, sino necesario, es fácil despotricar en contra. Sin embargo, queda la pregunta en el aire: ¿habrá algo mejor que el reconocimiento externo?

No soy de selfies, empezando por el nombre. Luego, según los usos y costumbres, hay que hacerlas públicas en Twitter, Instagram y/o Facebook. El asunto me parece ridículo: primero meterse al baño, de frente al espejo, tomar el celular, parar la trompa, hacer click y, por supuesto, compartir en redes. Luego sentarse (en el excusado, para aprovechar el tiempo) a esperar los likes. Si en cinco minutos recibo unos 20 significa que sí existo, que pertenezco. Si no llego a ese número mínimo de alcahuetes que validen la imagen, la angustia crece. El antídoto es la insistencia: volver a disparar la cámara.

Quizá yo sea de otra generación, cuando tomar fotos era un asunto serio porque no había inmediatez y además implicaba un costo económico: primero el rollo y luego el revelado. El resultado llegaba días después en impresiones guardadas en un sobre. Además no comprometía el pudor. Sólo la familia veía las instantáneas de Navidad, sólo un puñado de personas podía verme alcoholizada, intentando un striptease sobre la mesa, o descubrir al macho de mi tío en tacones, saliendo del clóset ante la parentela. Hoy, la autoimagen de esa misma fiesta no cuesta nada y en cuestión de segundos la ve mi pareja (quien no imaginaba que su mujercita practicara en público el arte de quitarse la ropa), y la esposa de mi tío (quien por fin descubriría al ladrón de su bilé).

Esa es la clave. Como diría mi abuelita, ya no hay valores. Es decir, gracias a las selfies se ha perdido el poco buen gusto y decoro que quedaba en el mundo. Uno tiene que ver, de pronto, cómo Kim Kardashian presume unas nalgas imposibles, Madonna muestra su vello axilar, Paris Hilton hace una duck face igual a la de mi vecina gorda. Y, claro, el clímax de esta moda con Ellen Degeneres y sus oscareados amigos: aunque hayan roto récords, la verdad es que salen con la misma sonrisa idiota de cualquier persona que se hace una selfie colectiva.

Por supuesto, la gentebien” tampoco se salva. Obama abrazado a su colega danesa es exactamente igual de insulso que los escolapios que sabrosean a la compañera guapota (y si no me creen, pregúntenle a la ofendida Michelle). La diferencia es que Obama se la saca (la foto, digo) en el funeral de Mandela y los adolescentes en Chapultepec, si bien les va.

En la intimidad de casa también aflora la ligereza moral de muchas. Ésas que no se animaban a llamar a un fotógrafo para mostrarse desfloradas en la tina, ahora se fotografían ellas mismas las siliconas mientras juegan con el patito de hule o algún otro juguetito (como aquel glorioso buzo de Almodóvar, que se pierde en las intimidades de Victoria Abril en Átame). Pero nadie se llame a engaño, que no es un tema femenino. Entre hombres destacan los aspirantes a guapos (quizá nunca dejen de ser sólo aspirantes) que presumen sus bíceps y su torso desnudo, aunque se parezcan más a Justin Bieber seduciendo a la cámara. Y cuando digo que se parecen es en lo patético.

Sin embargo, esa exaltación de lo estrafalario al final puede resultar atractiva. Asumir la bufonada de ir por la vida tomándose fotos cool (cualquiera que sea el significado de esa palabra transgresora), resulta liberador. Si se han de burlar de mí y seré el hazmerreír colectivo, prefiero escoger yo la caricatura de mi deshonra, aprovechar el decoro de elegir el motivo por el que seré el escarnio de mis amigos. La causa puede ser variada, por ejemplo, cursilería (¡les fascina que salga con mi perro chihuahua!), vulgaridad (amo retratar mis nalgas) o afanes de pretensión (sólo muestro fiestas bonitas y viajes ídem con gente ídem). Nadie obliga a nadie a presionar el obturador. Es decir, cada quien escoge su veneno por gusto: cada uno se toma fotos en cientos de poses, para compartir sólo aquella en la que se quiere reconocer porque ostenta la promesa de gustar a los demás.

Lo fascinante es que mientras más arriesgada se desee la imagen, más reveladora puede resultar: por un lado está lo que se busca decir y, por otro, lo que ve el resto. Entre patética y carnavalesca, Miley Cyrus muestra mil veces su lengua de niña mala y sólo motiva a practicarle un exudado faríngeo. Enrique Peña Nieto se toma una selfie con Carlos Slim como prueba de su buena relación, aunque lo que interpretamos es que todo México es territorio Telcel. En tanto, lo notable de la imagen de los panistas Ernesto Cordero, Mariana Gómez del Campo y anexos es la cortedad de brazos de la susodicha al tomar la imagen. Pretendía ser una escena divertida del adiós de Cordero al Senado, pero presenta a Mariana como un dinosaurio azul de cara inmensa y brazos insuficientes. Lo demás es lo de menos. Asimismo, alguien sube testimonios de joyas o viajes exóticos en busca de reconocimiento social y lo más probable es que se gane la etiqueta de ladrón, narco o líder sindical (valga la redundancia). Para muestra ahí está Paulina Romero Deschamps, heredera del caudillo del sindicato petrolero, en su jet privado. Su ostentación resulta casi enternecedora.

De esa manera, llenar Facebook y Twitter de fotos propias es como hacerse una chaqueta mental con público. Y si la masturbaciónn tiene su encanto, la exhibición le suma aún más puntos, sobre todo si involucra los aplausos de amigos y desconocidos.

¿Hay algo más deseable que autosatisfacerse y encima ser celebrado por nuestro buen desempeño? No sé, pero suena complicado superarlo. ¿Será que al no ser de selfies he vivido en el error?

-Julia Santibáñez

(texto originalmente publicado en la revista SoHo de mayo, 2014)

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

47 comentarios sobre “¿De qué me pierdo al no tomarme selfies?

    1. De acuerdo contigo, la siguiente conclusión lógica es: si la selfie está tan extendida en nuestra cultura seguramente será porque somos una cultura adolescente. Y sí, lo creo.
      Saludos

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  1. Se agradece que en momentos de bajona me hayas hecho reír así jeje
    La verdad es que los selfies son la última moda, la gente tiene auténtica dependencia, tanta que a veces creo que se olvidan de vivir sin estar pendientes de mostrarlo al mundo entero.
    Hace tiempo me planteé lo dañinas que son a veces redes sociales como Facebook porque si observas todo lo que la gente publica en sus páginas es solo y exclusivamente lo positivo (fiestas, conciertos, de mojitos…) y eso crea una cierta falsedad. Está comprobado que la gente hay veces que realmente se encuentra mal pensando que sus vidas son inocuas, vacías porque no están de fiesta, viajes o celebración.
    En fin… Qué le vamos a hacer…
    Millón de besos Danioska

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    1. Lo que señalas es certero: esta manía de mostrar siempre el mejor rostro, el feliz, el exitoso, el sonriente, en efecto obvia esa otra mitad de la vida, la cotidiana, la rutinaria o incluso la de bajos vuelos, tristeza o enojo. Para los jóvenes es complicado entender que son «normales» si no siempre están felices, entre amigos y de fiesta, porque como es todo lo que ven en las redes de sus pares…
      Es un tema que da para mucho pero, de momento, empecemos por estar alertas ante sus implicaciones y subtextos.
      Gracias, abrazo para el fin de semana.

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  2. Sin duda de que hay algo generacional en el asunto. Aunque hoy la moda de las «selfies» es general, todo parte –si no me equivoco– del exhibicionismo adolescente unido a la ubicuidad de internet. Soy de los que detesta los lugares comunes, incluido el famoso «todo tiempo pasado fue mejor»; pero en éste caso es una suerte pertenecer a una generación anterior. Al menos nos brinda un poco de distancia para poder observar todo esto con otra perspectiva.
    Muchas «selfies», además, serán como tatuajes: con el paso del tiempo muchos se arrepentirán de ellas y la red, como ya se sabe, no permite borrar definitivamente nada. En algún lugar quedarán esas imágenes para siempre.
    Abrazo.

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    1. Tu párrafo final es contundente, querido: en efecto, a diferencia de generaciones previas, ésta no podrá deshacerse de la huella que está dejando, aunque después se arrepienta de ella cada segundo. Eso es aterrador y no lo había pensado.
      En cuanto a lo primero que mencionas, qué te digo: coincido en que es un reflejo de nuestra adolescencia mundial pero va más allá, tiene ángulos de auto promoción y de construcción de personajes que resultan interesantes si se los analiza.
      El tema me atrae porque creo que en efecto revela muchos presupuestos de nuestro hoy: superficialidad, exhibicionismo, culto al yo vacío, inmediatez como valor fundamental, intolerancia a la frustración, pensamiento colectivo, el cuerpo «en forma» como nuevo corsé cultural.
      Ya me fui, perdón.
      Abrazo

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      1. Nada de disculpas, es un lujo ese deambular por las ideas. Me quedo con dos conceptos tuyos: el de la «construcción de personajes», el cual es certero y preciso; y el que sintetizas como «presupuestos». Cada uno de los puntos que tocas allí también son precisos.
        Vamos de terror en terror, pues yo no había pensado con tanta precisión en esos puntos (los cuales, implícitamente, están incluidos en tu texto; el fallo es mío por leer y responder de inmediato, sin reflexionar demasiado). Lo único que se me ocurre como paliativo a este asunto es que hablamos de «moda» y, como todos sabemos, éstas suelen ser pasajeras. Esperemos que así sea en este caso.
        Abrazo.

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        1. Deambular por las ideas: enorme concepto que define en gran medida lo que ocurre en los blogs que tanto disfrutamos ambos. Y sí, de terror en terror, pero tampoco nos pongamos apocalípticos, que ya hay demasiados en el mundo y no quedan plazas libres.
          Abrazo

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  3. Esa necesidad de mostrar la vida en una palestra, me parece bastante triste. Da la sensación que no viven si no lo hacen a través del exhibicionismo. Quizá al pertenecer a otra generación no acabo de entender demasiado esa necesidad, pero me parece, cuanto menos, incómodo mostrarse tanto en las redes sociales.
    Bueno, como dirían por aquí… es lo que hay!
    Muy buena entrada, Danioska.
    Un abrazo…

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    1. Yo tampoco entiendo esa ansia de exhibir la propia imagen, no sé, no me apetece pero, como digo en el texto, debe ser que soy de otra generación. En fin, no quiero caer en la típica actitud «madura» de condenar lo que hacen los chicos, sino más bien tratar de analizarlo desde una postura lo más neutral posible (lo que, por supuesto, es una utopía).
      Abrazo

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  4. Una entrada excelente. Me quedo con tu comentario y la evocación de cuando hace unos años, bueno, no tantos 🙂 hacerse una foto era un proceso que no era inmediato. Había que acabar el carrete, tampoco se hacían las fotos al tum tum, todo tenía un precio y se valoraba negativamente el dispendio fortuito, igual pasaba un mes o dos hasta que el carrete no se agotaba. Luego el proceso del revelado, la espera… Todo el proceso interno que eso conllevaba de expectativa, ilusiones y proyectos, aderezado con la ilusión de ver el resultado, de alguna manera fermentaba la masa hecha de ilusión y emociones, la ayudaba a madurar, a asentarse, a esponjarse y devenir un dulce postre en el momento de abrir el sobre y revisar las fotos.
    Se ha perdido eso, sustituido por la inmediatez desprovista de contenido, de profundidad, de nutrientes anímicos, una comida rápida en vez de una cena romántica.

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    1. Me gusta la metáfora: comida rápida en vez de cena romántica. Sí, algo hay de eso, aunque de nuevo es un tema de expectativas: para un joven seguramente es más interesante una buena pizza con Coca Cola con su chica mientras se ríen y luego hacen el amor, que una cena lenta, con velas y esencias, que igualmente termina en la cama. Cuestión de ritmos, valoraciones y contextos. Sirve de algo decir que en lo personal prefiero la segunda opción? Claro, por eso no soy de selfies…
      Abrazo

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  5. Hola, muy bueno el texto es cierta esta moda de mostrar todo lo que se hace y compartirlo al instante con gente que ni siquiera se conoce, es muy extraño, pero me hago una pregunta escribir algo en lo que también nos estamos abriendo y mostrando hacia personas que tampoco conocemos no será también una manera de exponernos, de intentar reconocernos con uno y con otros.
    Este de las redes sociales creo es un nuevo modo en un mundo que corre veloz, claro que no se adonde, para no detenerse y pensar donde se está parado, y las redes sociales son eco de ese mundo, de ese mundo del ya y ahora y me pregunto ¿y mañana?
    Confieso que fui y soy muy de hacerme auto fotos (eso de selfie ni sé de donde salio) como un medio de reconocerme, de encontrarme con alguien que soy ahora y con quien deje de ser en su momento. Reconstruir mi propia imagen.
    Creo que lo perverso esta en hacer algo solo por hacerlo, porque todos lo hacen y no pensar en lo que se está haciendo y si realmente lo queremos.
    Mil perdones por lo extenso, pero tu texto me dejo pensando. Saludos. Daniela.

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    1. Interesante lo que señalas, Daniela. En alguna medida es similar tuitear una idea y tomarse una selfie: en ambos casos estoy «abriendo» mi intimidad a otros, muchos de ellos desconocidos. Sin embargo, veo un matiz: la selfie es principio y fin, no admite un diálogo, se termina en sí misma. En cambio, un tuit puede (no siempre, pero al menos tiene la opción) abrir la puerta a un diálogo, una reflexión, hasta un chiste, pero en todo caso sugiere otro nivel de comunicación. Es decir, me parece que esa posibilidad distancia ambas acciones en redes sociales, al menos en principio.
      Y me gustan tus últimas líneas: quizá el tema sea hacer lo que cada quien quiera, lo que le apetezca, pero desde la conciencia de «por qué lo hago, qué busco» y no desde la imitación burda.
      Gracias por tu comentario
      Un abrazo

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      1. Si, estoy de acuerdo creo mucho más rico un intercambio de palabras, que una imagen que en si misma no dice nada. Claro que hay imágenes que dicen mucho, pero eso ya es otro costal. Abrazo, un gusto comentar!

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  6. De acuerdo con decir que hoy se juega mucho con el vacío …..
    Yo también soy de otra generación , pero detesto decir que «todo tiempo pasado fue mejor» y trato de entender lo actual….
    Pero a veces no me sale………

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  7. No soy muy de exhibicionismo público, tampoco es que sea muy cuidadoso con mi intimidad, si sale alguna foto mía en el blog del cole no les pido que la retiren, soy demasiado confiado quizá.

    Pero, el llenar tus movidas de estas, twiter, facebook y demás de fotos tuyas ya me parece de exceso, además que te las sacas tú, coño, ¿no dices que tienes tantos amigos en facebook? Pues que te la saque uno de ellos.

    Encima que la gente se quiere mucho, se sacan fotos pensando que están sexis, guapos y guapas y no se dan cuenta de que en realidad no, ni de lejos, que ojo, no tengo nada en contra de que los feos nos hagamos fotos, no se me entienda mal, lo que me jode es el poco criterio de la gente con ellos mismos.

    Besotes ojito.

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    1. Me parece bien que cada quien se sienta guapo o guapa y no le importe lo que digan los demás, pero de ahí a llenar el Timeline de fotos de uno (feo o guapo, da igual) me da tremenda pereza. Perdón por el anglicismo pero repetiría esa frase gringa: «Get a life» (Consíguete una vida).
      Abrazo, guapo

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      1. Bueno, todo es respetable en esta vida, pero a mí, y recalco lo de a mí, ese que va de rico sin serlo, que se cree inteligente sin serlo y que se cree Brad Pitt siendo El Fary me suele dar bastante repelús.

        Besotes

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  8. ¡Hola de nuevo!
    Esto de las «seflies» (fea palabra, inclusive en inglés) es el último signo de la dependencia de nuestra sociedad por el reconocimiento público a través de la internet. Parece que ahora sólo somos gracias a las redes sociales. El que no esté en ellas y no lo demuestre no es. Lo mejor (pero como tú bien dices, lo peor) es lo que esas fotos revelan.
    Nos seguimos escribiendo. Te dejo porque me voy a sacar una selfie con mi perro.
    ¡Buen fin de semana!

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    1. Sí, me pregunto qué impacto tiene/ tendrá sobre nosotros como sociedad ese «vivir de puertas afuera», que ahora es más que nunca patente.
      Enhorabuena con tu selfie (¿y si para hacerlo más divertido le enseñas al perro a tomarse selfies?)
      Abrazo

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      1. Sí. El efecto no puede ser bueno. Al menos yo no lo creo. Los adultos sabemos (y no todos) hasta dónde llegar en esto de compartir. Pero a los chavos no les importa mucho. No se dan cuenta de que están en una especie de plaza pública. Si les dices que se desvistan en el Zócalo, te contestan que estás loco, pero sin empacho se toman «selfies» casi desnudos y las publican en el tuiter o en el feis. No se dan cuenta que es lo mismo (o peor, porque en el Zócalo no hay tanta gente como en las «redes sociales»).
        En fin, Dianoska. Ahí vamos. No sé a dónde, pero ahí vamos.
        Déjame le enseño al perro a que se tome sus selfies, porque yo ya no me las voy a tomar.
        Un abrazo de vuelta.

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        1. Buen ejemplo el del Zócalo vs las redes, con un añadido que ya mencionaba Borgeano más arriba: si te desnudas hoy en Zócalo te verán algunos pero en poco tiempo lo olvidarán, mientras que las selfies casi desnudos se van a quedar por siempre ahí, disponibles para quien quiera verlas (qué miedo).
          Espero las selfies del perro, quizá ésas me gusten.
          Abrazo

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  9. En mi ciudad, Barinas (a unos 300 kilómetros de la capital) los selfies son para reirse, porque la mayoría se hacen en los baños de los dos grandes centros comerciales a donde va la gente a ver a otra gente (los espejos son más grandes). El problema es que siempre se ven en la fotos la pocetas (o como dicen, los inodoros) con sus respectivas papeleras (me da pena ajena)

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    1. Qué chistosas deben resultar esas selfies, con el inodoro de fondo y (si tuvieran sonido y movimiento) ¡hasta algún tremor inesperado! Lo mejor del asunto es que quienes se las toman no creo que quieran resultar divertidos ni despertar la pena de los demás, todo lo contrario. Qué gran aportación, gracias.
      Abrazo

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  10. Apreciaciones nada más, se han perdido las formas y quizá el morbo que pueda producir ese tipo de hechos dependiendo de quien lo mire, le dará diferentes connotaciones.
    Está claro que a veces el pecado está en el ojo del que mira y no justifico ciertos hechos, pero demonizarlo todo no significa tener la razón.
    La redes sociales son una forma de vida para algunas personas, ni buena ni menos buena, diferentes, simplemente. Se corre mas riesgo de que los demás cotilleen en lo que uno hace o deja de hacer y si se asumen supongo que aquí paz y luego gloria.
    Comentarios, como mi vecina la gorda, hacen que el valor de unas letras bien escritas, pierdan en parte su esencia y bien que lo siento. Supongo que si además fuese multimillonaria, seguro que el apelativo sería…. gorda multimillonaria…. si fuese ciega, coja, muda… Etc..
    Dejemos que mientras que lo que hagamos no perjudique a terceros… Dejemos digo, poder hacerlo en libertad y que cada uno lleve sus kg. de más como pueda y quiera.
    Nadie se libra de la crítica, está claro, pero los calificativos despectivos no son bajo mi punto de vista elegantes. Evidentemente, cada cual ejerce su libertad como desea, pero el ningunear actitudes que no se comprenden posiblemente, no sea la manera.
    Disculpa pero así lo siento.
    Saludos

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    1. Te agradezco tu comentario, bienvenida sea la diferencia: por supuesto, no espero (ni pretendo) que todo el mundo esté de acuerdo con un texto de humor políticamente incorrecto. Hablar de la vecina gorda tiene la misma intención que mencionar mi supuesto striptease fallido y burlarme tanto de Obama como de los hijos de los líderes sindicales, es decir, se sustenta sobre el presupuesto de ver la realidad a través de un filtro corrosivo. En el texto, que es un mero ejercicio de opinión personal, no digo que la gente deba dejar de hacerse selfies ni me pongo como la voz de la conciencia colectiva, sólo doy mi opinión sobre las implicaciones que le encuentro a una conducta extendida. Al final, coincido totalmente contigo, que cada quien ejerza su libertad como desee.
      Gracias de nuevo por enriquecer la discusión.
      Saludos

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  11. Excelente artículo. Me ha gustado ese recuerdo de los antiguos carretes. Es uno de esos temas recurrentes en los que educar cuando la gente, en ocasiones, desprecia el trabajo digital.
    No sé si es el caso de las selfies, ni cómo se han puesto de moda, pero me ha recordado a todas aquellas cosas nacidas de la más pura necesidad y que de pronto se han puesto de moda. Comento esto, pues suelo atender muchas llamadas de personas que cambian su selfie por mis fotos en cuanto tienen oportunidad monetaria.
    Excelente artículo. UN abrazo.

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    1. Justo ésa es la «misión» de la sociedad de consumo: descubrir las necesidades colectivas y transformarlas en una moda ligada a un producto, para vendernos más (en este caso, teléfonos móviles con mejores cámaras cada vez). El asunto está en que en la medida en la que no somos conscientes de lo que una nueva tendencia nos satisface, somos totalmente manipulables. Por eso busco tratar de entender qué resortes internos me mueve una nueva ola.
      Un abrazo fuerte

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  12. Pienso que esta redes sociales vienen a suplir la profunda soledad del ser humano y su necesidad de reconocimiento, de ahí su crecimiento exponencial, la diferencia esta en porque quieres ser reconocido, si por tu cola, o por lo que te conmueve. Estas corrientes de los selfies y muchas otras llegaran y se Irán como olas. Pero no cambiaran el mundo, no harán ninguna transformación, pues su centro es el ombligo de cada quien.

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    1. Sí, creo que las selfies pasarán de moda tarde o temprano, cuando un nuevo avance tecnológico sustituya la forma de buscar reconocimiento social. Me quedo con lo de «la diferencia está en por qué quieres ser reconocido, si por tu trasero o por lo que te conmueve» (perdón por el puritanismo de cambiar «cola» por «trasero», que en español mexicano suena mejor). Y añado: «si quieres que te quieran por tus curvas o por tus ideas». Prefiero, por mucho, lo segundo.
      Abrazo

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  13. no creo que vivas en el error. ni que muchos vivamos en error por no ser selfies. cada quien con su desesperación. cada quien con su renglón y su margen. y por supuesto cada quien con su adicción. tal vez nosotros los adictos a la lectura y a escribir, hagamos selfies abstracto con soporte sobre las letras. y bue… nos gusta y nos hace sentir bien.
    abrazo

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  14. Interesante… sobre todo lo que traes a los recuerdos… eso de antes… vivíamos a 100 metros del fotógrafo, el cual también venía a domicilio; entonces era todo un acontecimiento, en el que se lucía la ropa nueva (yo me moría de vergüenza, porque era confeccionada por mi santa madre, lo que significaba pantalones cortos, con la cintura arriba de la panza, y una bragueta interminable); otras de más chiquito, con mi madre, a quien la tenía como Isabel Sarli … te voy a enviar un archivo a propósito del tema selfies
    Chau

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    1. Bueno, que nos pusimos a sacar los recuerdos! Yo me acuerdo de una sesión de fotos de mi infancia, con mis hermanos y mis papás, en el estudio de un fotógrafo, ropa bonita, la máxima ceremonia. Total que a mí me dio un ataque de risa y no me podía callar, así que no podíamos empezar las fotos. Por supuesto, me regañaron una barbaridad y al final mi risa tuvo que ceder. En fin, lo cierto es que coincido en el gran acontecimiento que implicaban «las fotos»…
      Abrazo

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