Tiene cuarenta pero no parece

Cartón: Maitena
Cartón: Maitena

Arranca una nueva semana y ese trago amargo sabe menos mal si lo acompaña la humorista argentina Maitena Burundarena. Este cartón, como muchos suyos, muestra su mirada aguda sobre las paradojas de la edad. No sé si soy la única que prefiere gente con arrugas que asume su edad, a cuarentones y cuarentonas (y cincuentones y cincuentonas y…) que parezcan de siete, pordios.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

22 comentarios sobre “Tiene cuarenta pero no parece

    1. Imagínate, qué cosa. Pareciera que estamos en una carrera absurda hacia atrás, para ser más jóvenes de lo que fuimos ayer en lo que, por supuesto, es un intento perdido. Como esas madres/ padres que se visten igual que sus adolescentes, van a los mismos bares y ligan de igual manera. Perdón, pero me parecen patéticos.
      Abrazo

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  1. ¿Qué tendrán Maitena, Quino, Mordillo?, por citar los primeros que me vienen a la cabeza. Indiscutiblemente una genialidad y un sentido del humor finísimo. Son cámaras de fotos que retratan con lápiz o bolígrafo con la misma nitidez que las reflex o polaroid. Además captan matices que las máquinas no pueden percibir, pero el toque humano sí. Tanto con unos simples trazos, y lo bien que sienta, y lo que nos gusta 🙂

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    1. A tu lista de grandes humoristas gráficos, con la que coincido totalmente, añado otros nombres, también del sur del continente: Liniers, Decur, Rep, Nik, Montt. No sé qué aires beben en la infancia los habitantes de esas tierras, que les dan ese sentido del humor inteligente, mordaz, comparable a una cámara pero con un «plus» humano, según tu imagen exacta. Mientras lo averiguo los disfruto una barbaridad.
      Abrazo

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    1. No sé exactamente de dónde vendrá el uso de «cartón» pero sí, me imagino que será una calca del inglés «cartoon» (como tantas otras en estas latitudes). Aquí en México les llamamos «cartones» y a los personajes dibujados en ellos, «monos»…

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  2. ¡Mil gracias por compartir!
    Debo confesar que a mí me fue al revés: siempre he parecido mayor de lo que soy. A mis 14 años entraba a cualquier «disco» sin problema alguno. Otra ventaja: ahora me hacen descuentos del INAPAM sin siquiera pedirme la tarjeta (y eso que tengo apenas cincuenta añitos).
    ¡Saludos!

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    1. La vida es plural y es rico vivirla en todos sus registros, ¿no crees? Como sabes, me gusta mucho el humor gráfico y caí en la cuenta de que nunca había compartido nada de Maitena, favorita de la casa. Ya está saldada (de momento) la deuda.
      Un abrazo

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  3. De acuerdo contigo, D.; el tema de la edad es como un test de Rorschach; cuando alguien te dice «cumplo X años y… » (los puntos suspensivos pueden llenarse con una amplia variedad de frases, pero todas rondan en torno a la idea de «qué horror» o «me quiero morir», etc) uno siente que esa persona, más que arrugas en la piel, tiene arrugado el cerebro.
    Ya sea que nos arruguemos más o menos; que los años nos golpeen o nos acaricien, convivamos con ellos de la mejor manera posible.
    Más versos y menos Botox.
    Abrazo.

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    1. Me apetece usar el «más versos y menos botox» para alguna campaña publicitaria de millones de dólares, es decir, que viera todo el mundo (queriéndolo o no). Sí, querido, me causa mucho ruido que la gente esté peleada con su edad, con lo que ésta implica, con los ecos que guarda cada pliegue. No diré que las arrugas son hermosas por sí mismas, pero sin duda una persona que las lleva con dignidad crece como 100 puntos a mis ojos por sobre quien, a fuerza de cirugías y tratamientos, quiere borrar su historia. Aquí me sucede lo que con los pechos operados: por principio me chocan, me parecen un remedio superficial para una insatisfacción mucho más honda.
      Abrazo

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      1. Es que es como un síntoma ¿no? Cuando veo a alguien que, a fuerza de cirugías intenta detener el tiempo; que intenta retrasar lo inevitable, me hace pensar que su mecanismo interno está algo dañado. ¡Y además los resultados son tan artificiales! Para mí eso es peor aún, ya que el mismo efecto artificial de la cirugía es una prueba de la inutilidad del acto.
        Coincido en que las arrugas «bien llevadas» son un buen síntoma o, al menos, una muestra de dignidad. Después intentar que el tiempo sea menos dañino (ya que no podemos detenerlo ni retrasarlo) es otra cosa: cuidarse, alimentarse bien, ejercitarse, etc., son todos métodos válidos para llegar mejor a la vejez. Pero ello debe ir acompañado, también, de un cuidado interior, intelectual y espiritual.
        Si la casa se viene abajo nada se logra con pintar la fachada.
        Abrazo.

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