En esta semana, el poeta mexicano Eduardo Lizalde cumplió 85 años. Para muchos se trata del mejor poeta vivo en lengua hispana. No sé, no soy amiga de esas clasificaciones. Conocí su poesía en mis años universitarios, oyéndolo recitar textos en la colección Voz Viva de México, de la UNAM y es de mis plumas favoritas, autor de textos imperdibles como éste que comparto en el #MiércolesDePoesía (está incluido en el libro El tigre en la casa).
Recuerdo que el amor era una blanda furia
no expresable en palabras.
Y mismamente recuerdo
que el amor era una fiera lentísima:
mordía con sus colmillos de azúcar
y endulzaba el muñón al desprender el brazo.
Eso sí lo recuerdo.
Rey de las fieras,
jauría de flores carnívoras, ramo de tigres
era el amor, según recuerdo.
Recuerdo bien que los perros
se asustaban de verme,
que se erizaban de amor todas las perras
de sólo otear la aurora, oler el brillo de mi amor
—como si lo estuviera viendo.
Recuerdo muy bien todo eso, amada,
ahora que las abejas
se derrumban a mi alrededor
con el buche cargado de excremento.
Magnífica poesía, casi cruenta en su preñado de ensoñado realismo.
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De acuerdo contigo, Rafael, aunque le quitaría el «casi».
Abrazo
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Tienes toda la razón. Me he dejado llevar por este mundo repleto de «casis». Y esta poesía no se lo merecía. Así pues -rotundamente- «cruenta». 😉
Un abrazo
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Ahora sí, ya sin el matiz estoy 100% de acuerdo.
Abrazo
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guuaaauuu que fuerte y bello.
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Lo es, estremece.
Abrazote, querida
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