La güeva sirve para muchas cosas, se acomoda a múltiples contextos y es la mejor excusa para evitarnos hacer lo indeseado tanto en la oficina (aunque ahí se disfrace de «exceso de trabajo») como con la familia, los amigos o la pareja. Como buena mexicana, eso lo tengo claro desde siempre. Lo que sí me resultó innovador en este texto de Pepe Rojo publicado por NitroPress fue el carácter filosófico profundo de la güeva, ese que nos hace entender que como el destino humano es siempre desear algo más, da lo mismo que liguemos ahora o después, salgamos esta noche o mañana, comamos ahorita o al rato. Aquí va:
«Güeva es un útil mexicanismo que describe un estado particular de pereza. Se malescribe con ‘g’ para denotar el uso impropio, vulgar. Es una grosería, mas no un insulto. Es, como la describe un amigo (practicante, por cierto), ‘una pesadez en la que sientes que los testículos se te derriten y se derraman en el piso’ […] La ‘güeva’ es ese particular estado en el que el deseo no es lo suficientemente fuerte como para movernos hacia el acto. Quizás tengo ganas de ver la película, pero ‘qué güeva salir’. Quizás tengo hambre, pero ‘qué güeva hacerme de comer’. Quizás mi objeto de deseo se aparezca en la fiesta, quizás ir a trabajar acabe con mi incertidumbre económica, quizás si voy sí acabe cogiendo. Quizás, quizás, quizás… La ‘güeva’ hace que el objeto de deseo aparezca como ilusorio, o no tan importante. Es la intuición de que uno nunca dejará de desear, y que por esa razón, a veces se puede descansar […]». Pepe Rojo, «Retazos», Lados B. Narrativa de alto riesgo. Antología 2014 (NitroPress).
Ahora la güeva me resulta aún más querible.
Hola, Danioska.
¿Para qué hacer la cama si en la noche la volveremos a deshacer? Es una terrible enfermedad que en la alta Sajonia tiene también su palabra fea: procrastination (impronunciable, por cierto, sobre todo para los que tenemos demasiada güeva).
Buen fin de semana.
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Con todo respeto, tener güeva posee más caché que «to procastinate». Ese sesgo mío, claro, supongo que se debe a que he practicado numerosas veces la primera y nunca la segunda.
En fin, me quedo rumiando lo de hacer la cama y sí, tienes razón, ¿para qué? Es lo mismo que bañarse todas las mañanas si en la noche ya uno está de nuevo sudoroso y pegajoso…
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Eh, no pretendáis apropiaros de algo que me temo está universalmente extendido. En España, al menos, hay montones de «güevones». Un abrazo carente por completo de güeva. 😉
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Con algunos matices, sin duda tiene parientes por todo el mundo. ¿Cómo se llama la prima española de la güeva?
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Un sinónimo bastante aproximado podría ser «pachorra». Pero el adjetivo es el mismo que en México: «güevón».
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Pensé que el maestro de la güeva era ruso y se llamaba Oblomov pero bien pudo ser Mexicano y llamarse Panchito
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A juzgar por el estado del mundo, más bien me parece que hay varios maestros, muchos padres e innumerables abuelos de la güeva.
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