«No quiero ser la prisión de nadie»

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Por alguna razón, en este arranque de año tengo ganas de leer autores de lengua inglesa. Llevo varios años decantándome por escritores hispanoamericanos, pero ahora quiero asomarme a esa otra literatura que me encanta, con la que en buena medida crecí y a la que dediqué años de estudio. Así que hace unos días tomé del librero The Professor of Desire (El profesor del deseo), de Philip Roth, publicado por Vintage Books. Lo acabo de terminar. Es lo primero que leo de él y me gustó mucho. A partir de la historia de David Kepesh y sus relaciones amorosas explora cómo funcionan los resortes del deseo, por qué son tan contradictorios e inmanejables, cómo nos ponen vulnerables a morir. Bien dice Milan Kundera sobre Roth que «habla de una sexualidad que se cuestiona a sí misma; es hedonismo, pero un hedonismo problemático, herido, irónico» (traducción mía), es decir, como la realidad misma. Este fragmento de la novela, por ejemplo, hace una disección al alma. Por supuesto, lo he sentido más de una vez:

«No quiero hacer infeliz a nadie. No quiero causarle dolor a nadie. Nunca quiero ser la prisión de nadie. Es el peor destino que puedo imaginar […] Cuando te vi sentado a solas con ella, de pronto pensé: ‘No puedo hacerlo feliz, no voy a ser capaz’. Y me pregunté si alguien podría lograrlo […] Si no puedes ser realmente feliz conmigo entonces déjame ir». Auch.

 
(La traducción anterior es también mía. Aquí, el original en inglés: «I don’t want to make anybody unhappy. I don’t want to cause anyone pain. I never want to be anyone’s prison. That is the worst fate I can imagine […] When I saw you alone sitting with her, I suddenly thought: ‘I can’t make him happy, I won’t be able to’. And I wondered suddenly if anyone could […] if you can’t be truly content with me, then let me just go»).

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

3 comentarios sobre “«No quiero ser la prisión de nadie»

  1. Después de ver por «mera casualidá» La Elegida con Penélope Cruz y Ben Kingsley, la adaptación de El animal moribundo, por supuesto que leí la novela y me faltan los dos anteriores. Podría ser que disfrutes igual el libro como la película… (A la discre, algunas semejanzas con una historia personal…)

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