Mi amigo Enrique dice: «El atractivo sexual es 20% lo que tienes y 80% lo que los demás se imaginan que tienes». Y sí. Aunque en el juego del deseo la imaginación le gana las batallas a la realidad, la pornografía suele ser muy explícita. Aquí hay una excepción: el libro clásico El curioso sofá, que se autollama «Obra pornográfica». Escrito por Edward Gorey bajo el seudónimo Ogdred Weary, es una parodia de la literatura lasciva, único en su tipo. Una preciosa edición ilustrada de la editorial argentina Libros del Zorro Rojo, El curioso sofá cuenta la historia de Alice, una chica victoriana de mente abierta que conoce a Herbert, un hombre «muy bien dotado». Ambos se involucran en todo tipo de juegos inconcebibles que involucran amigos, a una tía (quien le pide a Alice prestarle un servicio «bastante sorprendente»), el mayordomo, la doncella, el jardinero y hasta un perro cachondo, pero cuando aparece el sofá del título, Alice siente que las cosas fueron demasiado lejos. No cuento más.
Aunque el autor sugiere mucho, dice poco: ni en las páginas ilustradas por Edward St. John hay imágenes obscenas, ni en la divertida narración de Weary aparecen miembros descomunales, tetas al aire ni penetraciones colectivas. En cambio, el autor insinúa miradas, juegos retorcidos, y deja el resto a la intuición del lector. Es decir que el nivel de lascivia lo aporta quien lee, exactamente en contrasentido de la pornografía más tradicional, donde todo se da servido. Es una especie de termómetro para saber qué tan depravado es uno. *Un tip: lo venden en librerías El Péndulo.
(Originalmente publicado en mi blog Deli(b)rios en el sitio web de la revista SoHo).
Hola, Danioska.
Por como la describes, la novela es más erótica que pornográfica. Habrá que comprarla para ver cuán cachondo soy.
¡Abrazo!
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El asunto es que el propio autor la llama «pornográfica». Ahí me cuentas cómo te va con el experimento lector, je.
Abrazos
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La fantasía tiene tantas versiones como individuos pisan el planeta. Este libro me temo, o me alegro, que se renovará con cada lectura. Que bueno que un libro tenga el millón de versiones sin necesidad de ser escritas. Besos!!!
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De por sí es como dices, pero además en este caso es aún más: el librito tiene tantas lecturas como ojos se posan él. Esa posibilidad me encanta.
Abrazote
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Me la pido!
Un besín
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Y me cuentas qué te parece!
Abrazo
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Los libros del Zorro Rojo son una preciosura. Y por lo poquito que contás, se ve que el autor ha sabido explotar al máximo, el máximo órgano sexual, el cerebro jajajja
besotes
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Y mira que hablando de pornografía es natural hablar de «órganos inmensos»! Es una belleza de edición y de contenido…
Abrazos que no se sonrojan
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