10 genialidades de Sergio Pitol

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El enorme Sergio Pitol está hospitalizado en Veracruz, luego de un sangrado intestinal. A sus 81 años, el importantísimo traductor, cuentista, novelista y editor está delicado.

Por si alguien no se ha enterado de su peso, aquí va un mínimo recuento de por qué es crucial para la literatura mexicana e hispanoamericana. Además de su propia obra (novelas como El desfile del amor y Domar a la divina garza, volúmenes de cuentos como Nocturno de Bujara, de relatos como No hay tal lugar y cuadernos de viajes como El arte de la fuga), quien ha merecido el Premio Cervantes y el Xavier Villaurrutia tradujo más de 40 libros de autores como Jane Austen, Joseph Conrad, Henry James, Vladimir Nabokov, Elio Vittorini, Anton Chéjov y Jerzy Andrzejewski. Fue amigo cercano de José Emilio Pacheco, contemporáneo de Juan García Ponce, Salvador Elizondo y José de la Colina. Esta anécdota que contaba Carlos Monsiváis me encanta. Una vez, Monsiváis le presumió a Pitol su biblioteca en tres idiomas. “En ese momento [Sergio] me miró con tal misericordia y supe entonces lo que era la compasión, pues él habla, escribe y traduce en siete idiomas. Su biblioteca es de siete idiomas”. Qué cosa. Hace poco leí su traducción de Las puertas del paraíso, del polaco Jerzy Andrzejewski, «una de las novelas más perfectas que conozco», según dijo. Yo añadiría que la versión de Pitol es de lo más deslumbrante que he leído en los últimos años.

Editorial Almadía le publicó en 2010 Una autobiografía soterrada. Ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones, compendio de ensayos y relatos en los que Pitol habla de recuerdos, lecturas, viajes y personas que conformaron su estilo literario. De ahí entresaco estos 10 fragmentos que lo revelan de cuerpo entero:

  1. Puedo documentar la niñez, la adolescencia, toda mi vida a través de las lecturas. A partir de los veintitrés años, la escritura se entreveró con la lectura.
  2. En buena parte la imaginación deriva de mis experiencias reales, pero también de los muchos libros que he transitado.
  3. Descreo de los catálogos y las recetas universales. […] Sería monstruoso que todos los escritores obedecieran las reglas de un mismo decálogo o que siguieran el camino de un único maestro. Sería la parálisis, la putrefacción.
  4. Cuando viajo llevo más de una docena de libros para tener varias opciones de lectura.
  5. Hace unos días encontré en Autobiografie altrui, el último libro de Antonio Tabucchi, una frase formidable: «Carlo Emilio Gadda invitaba a desconfiar de cualquier escritor que no desconfiara de su propia labor».
  6. Salvo el instinto lo demás son minucias.
  7. Mi aprendizaje es resultado de una lectura inmoderada de cuentos y novelas, de mis empeños como traductor y del estudio de algunos libros sobre aspectos de la novela […].
  8. De la única influencia de la que uno debe defenderse es la de uno mismo.
  9. Estoy convencido de que ni siquiera la inexistencia de lectores podrá desterrar la poesía.
  10. Escribir ha sido para mí, si se me permite emplear la expresión de Bajtín, dejar un testimonio personal de la mutación constante del mundo.

(Originalmente publicado en mi blog Deli(b)rios, en el sitio web de la revista SoHo).

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

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