De cuando una mujer que habla mucho aburre a los hombres

Foto: Paola Izquierdo
Paola Izquierdo

Anoche fui al teatro a ver De príncipes, princesas y otros bichos, escrita y protagonizada por Paola Izquierdo, en el Teatro Virginia Fábregas de la Ciudad de México. Es una sátira en dos tiempos, con dos personajes: una princesa bióloga que persigue un sapo para convertirlo en su propio príncipe azul, y un principito-niño de la calle que cuenta cuentos. Inteligente, bien hecha y mejor actuada, a partir de hacer reír toca cuestiones de género, de injusticia social y derechos humanos, de doble moral y de los estereotipos que tanto nos joden.

En un punto de la obra, la princesa está enfocada en la búsqueda del príncipe que la cuide y le resuelva la vida, como quiere su padre y como le enseñaron a desear los cuentos de hadas, sobre todo porque ya tiene 30. «¿Qué son esas manías de estudiar tanto? Si tú no eres fea, mi hijita», le dice su tía, preocupada porque ya quiere un principito en la familia. Y añade el consejo de que para encontrar pareja mejor no hable mucho, reforzado por una canción con melodía que-remite-a-Disney: «Los hombres no te buscan si les hablas. No creo que los quieras aburrir […] Verás que no logras nada conversando, a menos que los pienses ahuyentar. Sujeta bien tu lengua y triunfarás».

Fui con mi adolescenta a ver la obra y al salir me dijo: «Me hizo reír, está buena pero exageradísima. Hoy ninguna mujer piensa eso, que mejor te calles o que si llegas a los 30 y no te has casado eres un fracaso». Por un lado me llenó de orgullo su certeza, pero por otro me dio ternura. Fantástica inocencia que no conoce esa parte oscura del mundo.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

13 comentarios sobre “De cuando una mujer que habla mucho aburre a los hombres

  1. Sí que aún el mundo tiene una parte oscura, pero ahora hay adolescentas y jovenes que se han desprendido de ciertos estereotipos. Y habida cuenta de los siglos de reinado del patriarcado, lo que vamos consiguiendo no es poco.

    Un saludo para ti y para la adolescenta, desde Argentina.

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    1. Muchas gracias, Mar, querida. Me encantaría colgarme la medalla pero no caeré en esa arrogancia: es una chica fantástica a la que la vida, la familia, la escuela y el contexto le han dado la oportunidad de no sentirse menos que los chicos. Ojalá fuera la regla en este mundo.

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  2. Me has hecho reír D.; ese final de la entrada es fantásitca. Esa doble mirada sobre tu hija creo que la hemos sentido todos los padres en algún momento de nuestras vidas. Esperemos que se haga realidad (sabes que estoy muy esperanzado al respecto) ese futuro para los que vienen detrás.

    Abrazo.

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    1. Tú eres también papá de una adolescenta, así que hablas con absoluto conocimiento de causa, querido. Sí, esperamos que las nuevas generaciones cambien lo que nosotros hemos sido tan lentos de transformar.
      Abrazo de una mamá a un papá

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      1. Comencé el comentario con eso, pero como venía de uno muy personal no quise seguir en el mismo tono; después de todo el blog es tuyo, no mío. Así que salí con otra cosa, algo tangencial.

        Abrazo de esos, sí (el viejo moquea de lo lindo, voy y vuelvo).

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        1. El blog lo escribo yo pero no diría que «es mío», sería sólo letra muerta sin estas interacciones de las que eres protagonista, querido amigo, y creo que lo sabes. Así que venga, a moquear que está en su casa y aquí a la mano está su pañuelo y su cobijita…

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          1. Gracias una y mil veces, querida D. No por nada eres, por lejos, mi preferida en estos diálogos abiertos, sinceros, sencillos como deben ser los diálogos entre amigos. Ya, algún día (nada me gustaría más que fuera pronto) platicaremos sobre adolescentas e historias varias.

            Un fuerte abrazo.

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