«Si pudiera casarme contigo, no lo haría»

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A veces un libro se convierte en mapa de ruta vital, en plano que muestra de golpe la navegación realizada y la por venir, señala regiones inhóspitas y advierte dónde esperan los peligros: «Hic Sunt Dracones». Sobre todo, recuerda el puerto de salida y la tierra incógnita que espera más allá. Los Diarios amorosos de Anaïs Nin, recientemente publicados por Siruela, son ya parte de mi cartografía personal, de mi historia puesta en papel. En muchas ocasiones, Anaïs pone en palabras mi recorrido y mi ubicación actual, me dice mejor de lo que puedo decirme a mí misma. Este pasaje, sobre su relación de amante con el también escritor Henry Miller, es uno de esos en los que estoy de cuerpo entero, con todas sus implicaciones. Habla de la necesaria libertad en una pareja, que se resume en la frase insuperable: «Si hoy pudiera casarme con Henry, no lo haría». Me parece la manera más hermosa de decir (o que me digan) te quiero. En mi atlas personal es la tierra por conquistar:

«[…] Hablamos de lo maravilloso de nuestra intimidad, de lo valioso de cuanto nos sucede cuando estamos juntos, y de que queremos eso. Queremos eso y nuestra libertad. Si hoy pudiera casarme con Henry, no lo haría. Lo quiero libre; lo necesita, y también necesita intimidad. Nací para entender las necesidades del artista, ¡probablemente porque también las tengo! […] Henry y yo hablamos de los celos y de lo agradecido que está porque no acudo a los celos para tiranizarlo. Hago tanto para preservar su seguridad porque en esta seguridad trabaja, se expande, encuentra el equilibro y se encuentra a sí mismo. Eso es importante. Se ha encontrado a sí mismo porque no lo he esclavizado. He respetado su entidad, cree que nunca he traspasado los límites de su libertad. Y de esto nace su fuerza. Y con esta fuerza me ama, totalmente, sin guerras ni odios ni reservas. Es curioso cómo he podido hacer a Henry el mayor de los regalos: el de no apresarlo, el de mantener nuestras almas independientes […]».

(Originalmente publicado en mi blog Deli(b)rios en el sitio web de la revista SoHo. Da click aquí para ver el original).

PD Ya viene el #SábadoDeMúsica con Playlist Colectiva. Esta vez responderá a la pregunta: ¿cuál es la canción que te remite a un encuentro sexual intenso? Para participar, anota  tu canción en los comentarios de esta entrada y la añadiré a la entrada del sábado.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

20 comentarios sobre “«Si pudiera casarme contigo, no lo haría»

  1. Hace pocos días mi dulce tres cuarto, lo mitad le viene corto, me pidió la traducción de cinco temas de Silvio Rodríguez; entre ellos «yo te quiero libre». Apenas terminó de escucharme se alzó para tomar un volumen de los diarios de Anaïs citándome, dentro de un párrafo un poco más grande el texto que nos propones. «Vas a terminar teniendo razón», me dijo. [¡Viva editorial Siruela! Óptimo catálogo y ediciones. Impecables traducciones. Caros pero merecen la pena. Además su fundador es el único de esa familia que no sea un parásito.] Saludos. Y a ver si tus seguidores se animan a dar un contexto a sus elecciones.😉

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  2. Muy buena sugerencia, además esa frase es genial :“Si pudiera casarme contigo, no lo haría”, la libertad como elemento central de una relación es relajante; como en las anteriores semanas he llegado un poco tarde a la playlist espero hoy llegar a tiempo; es The Shape I’m In» de Skye mi tema elegido, hacer el amor es morir un poco, una muerte muy dulce, así fue ese encuentro con un casí desconocido, la primera vez que estuvimos juntos, fue subir al cielo y querer repetir, volar es divertido aunque peligroso, liberar ataduras, un juego riesgoso que pretendo jugar.
    Abrazos libertarios de fin de semana 🙂

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    1. Llegas a perfecto tiempo, Shira querida. La añado y además suscribo tus palabras: el querer repetir es peligroso, pero es también lo que reafirma nuestra condición de estar vivos.
      Abrazos que se beben la libertad

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  3. Seguramente recuerdas que Anaïs Nin no está entre mis favoritas, aunque no he leído sus diarios y eso siempre es material aparte. Me encantó lo que dijiste y los fragmentos que elegiste para ilustrar tu idea y la entrada. Como todos aquí, creo que no es fácil el lograr ese tipo de entendimientos; pero también sé que la edad nos va brindando seguridades que en otros momentos de nuestras vidas no poseemos y que, conforme avanza el tiempo, eso puede (y debería) lograrse. La madurez bien encaminada trae consigo ciertos beneficios que valen la pena poner en práctica. Como un elemento extra, no hay que olvidar que lo más difícil es, siempre, lo que a la larga más se disfruta. ¿Por qué no intentarlo, entonces?
    Abrazos.

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    1. Lo sé, Borgeano querido, y justo en ese intento me encuentro. Por lo pronto tengo total certeza de que lo otro no es para mí, es decir, que cada vez entiendo menos como gesto de amor el que demanda una renuncia al propio espacio, a la independencia conquistada. No sé si sea madurez o inmadurez, pero sí estoy clara de que deseo ofrecer y recibir lo que Anaïs llama «querer a alguien libre». En fin, la historia se sigue escribiendo.
      Un abrazo

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      1. Es madurez, sin duda alguna. Debemos decir las cosas como son aun cuando haya quien lo malinterprete. Las prisiones, sean cuales fueren, son la demostración palpable de que algo está fallando. ¡Alas, alas y cielo limpio! Y quien no pueda –o no quiera– volar, que se aburra en el asfalto, nadie lo obliga a ello.
        Un abrazo.

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