Crónica de mi segundo día en Bogotá. «Sin graffiti, una ciudad es aburrida»

Graffiti en las calles de Bogotá. Foto: Julia Santibáñez
Graffiti en las calles de Bogotá. Fotos: Julia Santibáñez

El grupo de periodistas invitados a este viaje bogotano tomamos un «tour de graffiti». El guía es un colombiano de mente ágil, apasionado por el arte urbano. Se llama nada menos que Camilo Fidel López (sí, mi intuición acierta: su padre era apasionado de la Revolución cubana, de modo que le puso los nombres de los líderes, es decir, Camilo Cienfuegos y Fidel Castro). Con ojos y manos que se emocionan, Camilo Fidel nos va contando el origen del graffiti, su presencia en varios países, la relevancia que ha cobrado en Bogotá y cómo en ello ha contribuido el hecho de que el país tiene una regulación bastante laxa: «sólo se prohibe graffitear en determinados lugares, como transporte colectivo, puentes, monumentos; en cualquier otro sitio está permitido». Es director de Vértigo Graffiti, empresa que se dedica a difundir el arte urbano, intervenir edificios y crear campañas publicitarias que lo involucran. Entre otros, recientemente hicieron este precioso graffiti en el lounge del hotel W de Bogotá, en el que recrean la leyenda de El Dorado: la esposa del cacique Guatavita yace en el fondo del lago rodeada de «tesoros» urbanos. Qué genial que una cadena de estas dimensiones apueste por las nuevas manifestaciones artísticas y las haga suyas.

Foto: Hotel W Bogotá
El graffiti «La leyenda detrás de la leyenda», en el Lounge del W Bogotá. Foto: W Bogotá

En el tour, mientras nos topamos con firmas de bandas, consignas políticas, crítica social, humor y verdaderas obras maestras, el guía nos va explicando lo que vemos, dándole contexto. Por ejemplo, nos cuenta que éste es, por definición, un arte colaborativo, donde los artistas callejeros se preguntan, se contestan, enriquecen el trabajo del otro o, de plano, lo despedazan. Es decir, es un diálogo de igual a igual, sin miramientos ni acartonamientos. El conocimiento de Camilo Fidel enriquece mucho la vista.

Foto: Julia Santibáñez
Otras muestras que encontramos al pasar. Fotos: Julia Santibáñez

Luego vamos al edificio donde cinco artistas de Vértigo crearon en 2013 el graffiti más grande de la ciudad, en una avenida central de Bogotá. Para ello se inspiraron en una fotografía tomada por el colombiano Héctor Favio Zamora, del diario El Tiempo (ver foto abajo): mientras el presidente daba un discurso en una zona cercana, dos indigentes se besaban, ajenos a todo. Zamora los captó en esta imagen tremenda. Luego, la gente de Vértigo decidió convertir a los amantes en motivo del graffiti que lleva por título El beso de los invisibles. Es impresionante, tanto por la historia de la foto que sirvió de base como por sus 35 metros de alto y 12 de ancho. Pero, sobre todo, porque está entre el Barrio Santa Fe, especie de ciudad perdida paupérrima y peligrosa, y el centro de la ciudad, turístico e impecable. Brutal simbolismo de las contradicciones de la ciudad, vistas y expresadas por sus artistas urbanos.

Se me queda grabado un concepto de Camilo Fidel: «Una ciudad donde hay graffiti es libre, la gente puede expresarse. Hoy mismo no se permite en Caracas ni en Teherán, ni se permitió en la antigua Alemania comunista. Además, estoy convencido de que una ciudad sin graffiti es aburrida». Encuentro fascinante ver el arte urbano con otros ojos, un poquito más desprejuiciados.

PD Hace un par de años hice un tour de graffiti igualmente enriquecedor en Brooklyn. Da click aquí para ir a esa entrada.

 

Foto: Héctor Favio Zamora
Ésta es la imagen que inspiró el graffiti: es de Héctor Favio Zamora, fotógrafo del diario El Tiempo

 

"El beso de los invisibles". Foto: Julia Santibáñez
«El beso de los invisibles». Foto: Julia Santibáñez
El graffiti más grande de Bogotá visto a la distancia.
El graffiti más grande de Bogotá, visto a la distancia. Foto: http://www.vértigograffiti.com

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

19 comentarios sobre “Crónica de mi segundo día en Bogotá. «Sin graffiti, una ciudad es aburrida»

  1. «El beso de los invisibles» ya es el título de algo. ¡Qué potencia de imagen! Interesante este tour alternativo a través de los graffitis. Recuerdo algo muy similar, aunque amateur, hecho en Hamburgo y otro más en Bilbao (donde el ayuntamiento dio espacio y remuneración a los grafiteros) seguido de un encuentro con los grafiteros mismos que debatían sobre si era una contradicción entrar en el sistema o no, desnaturando así la razón de ser del graffiti. Si llegan a ver el del hotel W les da algo. Gracias por compartir tus andanzas.

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    1. Es verdad, el mero nombre ya tiene ecos, y la foto que lo inspiró me parece poderosísima, sin duda. Claro, lo que comentas de los resquemores de los propios graffiteros es todo un tema: en qué media incorporarse al sistema los deslegitima o, por el contrario, les «sirve» de plataforma remunerada para dar a conocer su trabajo. El añejo conflicto entre arte desde y en la periferia y arte que se asume, también, como un producto de consumo Yo me inclino por la segunda opción pero por supuesto que es una discusión que da para mucho.
      Muchas gracias a ti, querido, qué bien que añadas el tema a la discusión. Y a partir de tu comentario me pareció interesante subir el enlace a la entrada que escribí sobre un tour similar que hice en Brooklyn.
      Abrazos, abrazos

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      1. También prefiero pensar en el arte dentro de una lógica de consumo. Dicho así suena brutal pero personalmente me aterroriza la idea de ser parte de un público de aficionados que aplaude a otros aficionados con la esperanza que le aplaudan a su vez. Y de eso hay mucho.

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        1. (La he publicado sin querer, la anterior) Creo que no hay que confundir la «necesidad de decir algo» con el querer que se te reconozca el rol social de artista y que se te pague por ello. Y me conecto al polémico comentario sobre el bisturí en manos de alguien incapaz de usarlo, cuyo único sentido era: zapatero a tus zapatos. A mí por ejemplo me gusta cocinar, se me da bien incluso, pero no me quejo de que mi cocina no esté en la guía Michelín arguyendo que el sistema es cruel y luego ir de incomprendido y de Chef (o artista, a según).

          Para concluir, sí que me pregunto sobre cómo se pone un graffitero frente al dinero recibido del sistema al que critica… como los punks o los rapperos pre internet que firmaban contrAtos millonarios con multinacionales. Hay un punto que se me escapa, de verdad, en términos de coherencia. Protestar no es un oficio, sin embargo nada te impide como creador, tener una opinión. Material para una entrada, si publicará. Dulcis in fundo: ¿no habrás publicado algo en defensa del rol del editor? Me encantaría leer la opinión de un insider.

          Ps Que sepas que he vuelto a comentar en venganza por no haber lanzado la playlist de mañana. Besos.

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          1. Tengo poca señal, pero el tema que propones da para una y muchas discusiones/ conversaciones, así q a mi regreso te contesto «de profundis», ja.
            No te enojes, el tema de la Playlist de mañana es: túu cover favorito!!!

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  2. Adoro los graffittis. Sin perjudicar el sitio donde se hagan dan una gran alegría y muestra del arte y de la vida . El del beso es espectacular. Si me das permiso los subiré en mi tablero urban art de Pinterest. Feliz viaje por esa Colombia querida. Besos.😊

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    1. Por supuesto, tienes toda mi anuencia para subir la entrada , Lurda querida. Y sí, coincido contigo: el graffiti contribuye a hacer que las calles de una ciudad hablen con esa pluralidad de voces que creo que sólo enriquece.
      Un abrazote para ti

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    1. Sí, por supuesto que los hay, Claudia. No subí fotos quizá porque les «entiendo» poco, no conozco lo que quieren comunicar y me parece que son más bien expresiones de un instante, como exabruptos. Estos, en cambio, me parece que van uno o varios pasos más allá, que construyen una historia que merece la pena tratar de leer.

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  3. Querida amiga mira de lo que me estaba perdiendo, pero entre cursos con Agustin Cadena , un retiro cerca del rio y del mar, mis citas con los especialistas, viajes y cumpleaños de mi nieto, el tiempo se vuelve un ronroneo de carro. Gracias por mostrar la riqueza de tu viaje en la agilidad de tu prosa… besos y rosas.

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    1. Amigo querido, al contrario! Mil gracias por pasar por acá, el gusto es siempre mío por tus visitas. Y vaya que estás lleno de cosas, todas ellas buenas por lo que creo y espero.
      Un abrazote

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