Me la topo por accidente (¿hay algo que no lo sea?). Me atrae su elegancia esdrújula, el cuello largo, las facciones finas. Busco qué significa y me parece más guapa: «supérstite. adj. Que sobrevive» (DRAE). Se usa en derecho para referirse al cónyuge viudo. No me interesa la acepción jurídica, sino la que alude a la supervivencia de amor, porque sí, a veces en el amor también se sobrevive apenas. A penas.
Añado la palabrita al Diccionario Daniosko de la Lengua: «supérstite adj. Que aguanta la respiración bajo el agua y llega a la otra orilla, aunque luego se dé cuenta de que no valía la pena, que era mejor morir a mitad del río caudaloso».
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Siempre tan inteligente, D. Siempre exprimiendo el sentido último de la creatividad y de aquello que nos rodea, aunque sea una simple palabra.
Abrazo.
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En realidad no es D. Es usté, que la lee con un fuerte sesgo de amistad y cariño.
Abrazos
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Cuando la leí pensé en supersticioso. Algo hay de supersticioso en esto de sobrevir, no?
Abrazo
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Cuánta razón, Nélida, tiene un dejo de la cadencia supersticiosa, tanto por sonido como por significado y es que, si lo vemos fríamente, a final de cuentas nadie sobrevive.
Auch, perdón por la aparente negrura del comentario, pero no lleva esa intención sino justo la contraria: la de decir «mientras estemos a mitad del río hagamos todo el ruido posible, toda la alharaca».
Abrazote
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Memento mori ha sido siempre mi motto, para vivir aún más plenamente, tal vez también andes por ahí. Como dato curioso te diré que en italiano, «superstite» sin tilde pero sempre esdrújula, equivale al sobreviviente de toda la vida mientras que el significado que nos propones se traduce con «sopravvissuto» . Amigos falsos donde los haya. Besos sinceros.
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Qué rico aporte, querido, gracias. Es decir que de momento soy superstite pero a veces, además, sopravvissuta.
Los amigos falsos que se queden en el lenguaje. Acá, puros de corazón.
Besos
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He estado con la palabra metida entre ceja y oreja desde hace unos días. Y sí, suena elegante, cadenciosa y con un dejo de misterio. En la acepción de supervivencia, ¿acaso no acabamos siendo unos supérstites de nosotros mismos?¿de nuestros deseos y temores y sueños y decisiones y pérdidas y relaciones?¿y también de logros y triunfos que nunca sabemos a dónde nos acabarán por llevar? Vamos por ahí en la vida, con nuestra finitud e inseguridad; y de vez en cuando alcanzamos un destello de luz, que nos empuja a ser unos supérstites… Sí, creo que me gusta decirlo: Yo soy un supérstite.
Abrazo juete juete!!!
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Seguro, coincido totalmente contigo, Pablo. Uno es supérstite de uno mismo, de lo que quería hacer y no hizo, pero también de lo que hizo y lo transformó en otro(a), distinto del que era. Y también somos supérstites de los otros, buenos o malos. Hasta ahí 100% contigo pero, ¿no te pasa a veces que te preguntas si fue bueno sobrevivirte o si hubiera sido mejor tirarte sin precaución alguna en un amor o en alguna experiencia, es decir, lanzarte sin paracaídas, aunque implicara el riesgo de morir? Es decir, sobre todo me refiero a un uso metafórico, no tan literal…
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Mmmmm, quiero pensar y creer que sí lo he hecho en algunos momentos de mi vida; tal vez en el subconsciente haya tenido una redecita protectora, no lo sé. Algunas experiencias salieron mejor y otras no, pero la intensidad de las vivencias es incuestionable. Y dejan marcas y cicatrices y recuerdos que, como en los viejos guerreros supérstites, son motivo para esbozar una media sonrisa en noches solitarias y frías frente a la chimenea…
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