Me les voy a Japón

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Estoy emocionada más allá de las palabras. Tras una serie de vuelos e infinidad de horas voy a aterrizar justo en Tokio.  Es un viaje acariciado por largo tiempo, nacido de tener abiertas todas las interrogantes y que hago con la mejor compañera del mundo mundial: mi adolescenta. Japón me atrae porque no lo conozco, no lo intuyo, no me lo imagino.

Como acostumbro antes de ir a un país desconocido, llevo semanas leyendo y empapándome de su cultura, para empezar a viajar antes de poner un pie en el avión. Entre los libros que he revisado está Japón en Octavio Paz, recopilación preparada por Aurelio Asiain y publicada por el Fondo de Cultura Económica. Ahí encuentro este fragmento, perteneciente al ensayo «Tres momentos de la literatura japonesa»: «[Japón] es un universo autosuficiente y cerrado sobre sí mismo. Organismo al que nada le falta, como esas plantas del desierto que secretan sus propios alimentos, el Japón vive de su propia substancia. Pocos pueblos han creado un estilo de vida tan inconfundible […]».

Más adelante, Paz habla de que en el siglo V se introdujo oficialmente la escritura y que en el VIII la corte imperial se trasladó de Nara a la actual Kioto. Luego viene esta joya: «La corte constituía por sí misma un universo autónomo, en el que predominaban como supremos los valores estéticos y, sobre todo, los literarios […] la verdadera religión era la poesía y, aun, la caligrafía. Los señores se enamoraban de las damas por la elegancia de su escritura tanto como por su ingenio para versificar».

No me la acabo con la sola idea de visitar ese país.

PD Ustedes, queridos amigos, disculparán mi ausencia de este blog por cerca de dos semanas. Espero poder subir algunas entradas desde allá, pero no puedo jurarlo. Lo que sí aseguro es que me llenaré los ojos y los sentidos de imágenes que luego compartiré desde acá. Arigato.

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

30 comentarios sobre “Me les voy a Japón

  1. Cuando tenía siete, mi padre me obsequió un álbum de cromos sobre los viajes de Marco Polo, sólo imaginar «Cipango» producía en mí intensas emociones. Recuerdo que entonces aseguré en clase que sabía por qué los occidentales no teníamos los ojos rasgados como los orientales y era porque los habíamos abierto mucho ante las maravillas que albergan esas tierras. Aún lo creo. Tengan un lindo viaje, Danioska. Disfrútense y disfruten la aventura 🙂

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  2. Wow Danioska qué hermosa experiencia, vi que subiste una foto del libro de Octavio Paz con una maravillosa portada que me valió darle un like, lo qué se de Japón y Tokio es gracias a Haruki Murakami y recuerdo la exposición Tesoros de Japón sobre los samuráis que llegó al de Antropología. De verdad deseo que te vaya de maravilla y ojalá puedas compartirnos tu experiencias y algunas fotos para conocer un poco de JAPÓN.

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  3. ¿Japón? Yo pensé que era un mito urbano… Disfrútalo mucho pero, sobre todo, compártelo (cuando regreses, claro). El resto de la entrada es magnífica. Veo que el afecto a primado en los comentarios y que la mayoría se ha volcado por los buenos deseos, cosa por demás entendible; pero por mi parte quiero destacar algo de lo que nos compartes: la idea de «la verdadera religión era la poesía y, aun, la caligrafía. Los señores se enamoraban de las damas por la elegancia de su escritura tanto como por su ingenio para versificar”, me parece absolutamente deliciosa. Creo que esa debería ser una norma de conducta, un objetivo último, un estado espiritual ¿Cómo no enamorarse de alguien así? ¿Cómo no querer ser mejor cada día para poder alcanzar ese objetivo? Tema para una futura charla, creo.

    Abrazos, abrazos, abrazos.

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    1. Es justo la parte que me gustó más de la cita, querido, esa sutileza (y no) de enamorarse de alguien por la escritura. Hay algo más digno de amores, halagos y requiebros?
      Ya platicaremos al respecto.
      Besos con sabor a té verde

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