#CrónicaDesdeJapón A veces, hasta yo puedo creer 

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Bajo la influencia del budismo zen, la literatura japonesa del siglo IX desarrolló una honda observación del espectáculo de la naturaleza y de sus ciclos. Las estaciones incluso fueron vistas como una expresión divina, no en el sentido occidental de la creación de un Dios que se diferencia de su obra, sino como manifestación de una divinidad vital que aparece y desaparece en ciclos de vida y muerte, de verano e invierno, de primavera y otoño. «Y cualquiera que haya visto a un japonés detenerse silencioso durante una hora a ver los cerezos en flor en primavera, o contemplar la luna llena en el cielo de otoño sabe que no se trata de una mera apreciación estética, sino de un acto de adoración» (traducción mía).

Lo leo en Japanese Death Poems. Written By Zen Monks And Haiku Poets on the Verge of Death, compilado por Yoel Hoffmann (Tuttle Publishing), libro que compré en una librería de Tokio, Japón, y que me permite entender un poco más esta cultura. En este viaje, en efecto, tuve la suerte de disfrutar esa luna espectacular de otoño, quedarme callada e incluso sentir que yo también podría creer en ella. Yo, tan poco creyente.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

17 comentarios sobre “#CrónicaDesdeJapón A veces, hasta yo puedo creer 

  1. Es que entre los muchos orientes (¡tan diversos entre ellos!) Japón e India (para servidor) tienen una magia que engancha y que, descolocándote, ponen muchas cosas en su sitio. Cuando te decidas a ir a India (con bastante más tiempo a ser posible) estoy a disposición «para decidir, para organizar, para contactar y considerar».

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    1. Es mi siguiente objetivo, la idea de ir India me seduce desde hace mucho y por una u otra razón no se ha concretado. Por supuesto, cuando suceda me encantará tú asesoría y rebotar ideas contigo, tomo el ofrecimiento.

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    1. Sí, alzar los ojos y encontrarse con esta luna lleva a imaginar lo que habrán pensado/sentido/creído los hombres y mujeres de hace siglos y reconocer que no hemos cambiado mucho. Un abrazo!

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  2. El silencio de una noche clara de luna, los pensamientos y en tu caso el viaje, son motivos maravillosos para vivir, encontrar en el reflejo de las palabras de otros inspiración y continuar forjando sueños y nuevos proyectos nos permite respirar en el aire el delicioso aroma de árboles que en pleno otoño nos regalan sus flores. Abrazos lunáticos.

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  3. No hay que permitir que ciertos grupos se apropien de las palabras como si fuesen ellos los únicos que pudieran brindarle significado. «Creencia» es una de ellas; en occidente les hemos dejado esas palabras a las religiones establecidas y ahora decir que uno «cree» en esto o aquello parece dar pie a una concesión por parte de quienes no creemos en sus patrañas. Hay una enorme diferencia entre la creencia occidental y la creencia oriental, siendo mucho más sana, honesta y natural la del país que estás visitando hoy. Dentro de esa naturalidad se encuentra, también, esa mirada tan particular sobre la muerte (sin ir más lejos tenemos tu última entrada, sobre el harakiri).
    Sé que para comprender cabalmente a ese fascinante país deberías quedarte por allí un par de temporadas, pero sería mejor que volvieras, se te echa de menos por aquí.

    Abrazos.

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    1. El tema de creer o no me ha ocupado e interesado por décadas, primero cómo practicante acérrima de un culto y luego como espectadora desde la acera de enfrente. En efecto, las palabras son mas grandes que las cajas en las que queremos meterlas y «creencia» es una de ellas: hoy me siento capaz de creer sin que ello implique asociarme a credo alguno. Y sí, coincido en que el budismo y el shintoísmo de este suelo me es mucho más cercano y seductor que las religiones occidentales. Ya contaré más sobre lo que he podido aprender al respecto.
      Y en cuanto a volver, he empezado el regreso, estaré muy pronto por allá. Gracias por acercarme en pensamiento.
      Abrazos miles.

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  4. ¿Qué es creer? Para mí es confiar en el potencial de uno mismo y ponerlo en práctica. Bajar el volumen de nuestros pensamientos limitadores y abrirnos al flujo de la vida. Crear. ¿Qué realidad queremos crear? Empezar por nosotros mismos, por nuestra propia existencia, por nuestra forma de pensar, sentir, reaccionar y actuar. No dejar que sean las carencias las que nos definan sino nuestros propósitos en la vida.
    Un placer leerte.

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    1. Me gusta tu pregunta, porque lleva a no confiar en las definiciones a priori de las palabras, sino a resignificarlas. «Creer», para mí, es trascender mi propia condición, salir de mi pequeño mundo y pensar que sí, acaso hay un fin último para todas las cosas.
      Un abrazo, muchas gracias.

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