La revelación que le debo al mezcal

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Advertencia: abstemios absténganse de seguir leyendo. No van a entender nada.

«Todos somos mortales hasta el primer beso y el segundo vaso, y eso lo sabe cualquiera, por poco que sepa», dicen que dijo Eduardo Galeano.

Anoche tuve una espléndida cena antinavideña con amigos muy queridos, con quienes bebí harto mezcal, me abracé impunemente y me vestí de risas, cosa que necesitaba mucho. Por azares del destino apenas dormí unas tres horas y aquí estoy, desvelada y llamando por su nombre a una cruda inconmensurable (diría el necesario Borgeano: mis amigos españoles deben sustituir «cruda» por «resaca»; mis amigos colombianos, por «guayabo»; mis amigos de Centroamérica, por «goma»). Más allá de estar trepada en un terremoto imparable, confieso sin ánimo de petulancia que acabo de tener una epifanía como las de Santa Teresa de la Cruz, de esas en las que uno entiende de golpe las verdades más inescrutables, los secretos más vernáculos (con perdón, eso no tenía intención escatológica).

Gracias al alcohol generoso y a las palabras de Galeano que me zumban en la cabeza como abejas furiosas (pinche Galeano), ahora mismo acabo de comprender cuán mortal soy, cuánto pongo en juego mi cabeza al tomar, de qué modo el mezcal me pastorea los demonios, cómo me adormece los dolores (claro, me genera otros, pero de momento los paso por alto). Por eso no bebo a solas, porque emborracharme es un ritual celebratorio en comunidad, en el que muero muchas veces y luego resulta que no (aunque así me sienta). Escogí bien a la gente que me acompañó anoche en el juego iniciático de morir para luego, si tengo suerte, renacer hoy antes de que sea hora de volver a brindar. Pero, como sabemos los místicos, las revelaciones lo dejan a uno zangoloteado. Ni modo, costos de vivir en estado contemplativo.

Muy feliz antinavidad a mis compañeros en el fenomenal viaje etílico de anoche: Macario, Alejandro, Carla, Alicia, Enrique, Carlos, Víctor, Cholita, Úrsula, Claudia, Laura, Arturo y los demás, cuyos nombres se me evaporan (la culpa de todo es del mezcal). Y, aprovechando que mañana es #SábadoDeMúsica en este blog, pregunto a la comunidad: ¿con qué canción asocias tu mejor borrachera? Creo que la mía bien podría ser «El último trago» de José Alfredo, con aquello de «esperamos que no haya testigos/ por si acaso te diera vergüenza». Ay.

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

32 comentarios sobre “La revelación que le debo al mezcal

  1. No soy abstemio pero sí soy de poca bebida. Como tú, prefiero tomar en compañía, aunque de tanto estar solo en algún momento me he encontrado tomando alguna cosita mientras escribo, por ejemplo (y es una experiencia que me ha gustado mucho; se rompen ciertas barreras y los dedos fluyen por el teclado con mucha gracia). Lo que no me gusta del alcohol es la pérdida del control; en ese sentido bebo pero sé detenerme a tiempo. Menos aún me gustan las resacas y ése es el motivo principal de mis límites con la bebida. El mezcal, como bien lo sabes, lo probé hace poco y me gustó mucho; sobre todo alguna de sus variedades (probamos, esa tarde, alrededor de unos quince. Incluso hasta me animé a probar uno que se macera con una serpiente dentro).
    Me alegra saber que lo has pasado tan bien y me encantó el final del párrafo: «Pero, como sabemos los místicos, las revelaciones lo dejan a uno zangoloteado. Ni modo, costos de vivir en estado contemplativo».
    Por último, mi elección para la playlist es Jockey Full Of Bourbon, de Tom Waits.

    Te abrazo despacio para que no te marees.

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    1. Yo sé, querido, las resacas son terribles pero como son símbolo de lo bien que la pasé previo a ellas entonces las aguanto estoicamente. Como subrayo, estoy de un místico que no veas.
      La canción que propones es estrujante, como corresponde: «Hey, little bird, fly away home/ your house is on fire/ your children are alone». Y esa voz cascada, uy.

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  2. Lo más cercano a una borrachera fue la anestesia de mi última operación. ;-)) y desperté con una canción de Battiato al más puro estilo Zen, lo siento. No puedo sugerir ninguna canción.
    Jajajajaja… soy naturista desde los 13 años… y anacoreta urbano desde los 15…

    Abrazo destilado

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          1. Tranquila, que yo soy muy de la broma. Sobre todo de reírme de mi mismo. Nada que perdonar!
            Lo que sí me quedó ganas de probar fue el peyote, … jajajaja… malditas lecturas de Castaneda en mi infancia…
            Pero eso es otra historia.

            Abrazo, que eso siempre va bien!

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  3. ¡Hombre, me lo has puesto muy fácil!,sin duda esta, es puro alcohol, todo el ritmo es alcohol y la voz también es alcohol.

    Eso si, mezcal… no se, nunca he probado el mezcal, de hecho, no se si en España se puede conseguir de forma legal, no estoy seguro de si es legal, lo que si conozco muy bien es la Absenta

    Well, ahí va, mis queridos The Kinks y su temazo, «Alcohol»

    Jis jis jis, encima descarados: https://ramrock.wordpress.com/2011/03/27/the-kinks-alcohol/

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    1. Odio caer en el más común de los lugares nacionalistas mexicanos, pero aquí va: si no has probado el mezcal no has vivido. Así de crudo, perdón.
      El tema es divertido y suficientemente etílico, por supuesto.
      Abrazos, también, absentosos

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  4. Genial tus revelaciones inspiradas en el mezcal. Lo espectacular es la forma como describes tu experencia. Nos metes en tu vivencia y percibimos hasta el aroma y srnsaciones del ambiente. Ese mezcal te eleva.

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