El pecado, ese aguijón inescapable

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«[…] Es un escorpión hembra, de los negros. Ponzoñosa y seductora, persigue a un macho de su especie con fines de apareamiento. Creo reconocerla porque aparece tal como está descrita en las Escrituras, más negra que las tiendas de Qatar, y más amarga que la muerte […] Ella, muy desentendida, sigue absorta en su rito nupcial, cortejando a su macho, platillo suculento, con un hambre decidida de naturaleza doble, tanto gastrointestinal como ginecológica; hasta yo, ignorante de zootecnia, sé que la escorpiona devora a su compañero tras la cópula, una conducta propia de actrices y de diosas […] ella, dios hembra tragón y lascivo». (p. 245-246)

Estoy leyendo esta novela de la colombiana Laura Restrepo, publicada por Alfaguara (¿he dicho antes que las letras colombianas me son particularmente sacudientes, que Evelio Rosero y Héctor Abad y Mario Mendoza me mueven hasta el tuétano?). Bueno, pues la novela de Restrepo, formada por varias historias cuyo punto en común es la presencia ominosa de El jardín de las delicias, de El Bosco, va de menos a más. Los primeros capítulos están bien, pero a partir del tercero la cosa se vuelve exponencial. «La promesa», sobre un amor incestuoso, no da descanso, golpea en cada página con su prosa decantada. Luego «Olor a rosas invisibles», el quinto, sobre un amor que quiere conjurar la vejez, lastima de tan precisa. Sigue «Pelo de elefante», puesta en boca de un sicario de inesperada profundidad y al cual pertenece el pasaje que cito al principio. Finalmente «El Siríaco», visión de humor negro sobre un santo moderno que a ratos me recuerda el magnífico Diario de un aspirante a santo, de Georges Duhamel. En todas es protagonista el pecado, ese aguijón que es destino inescapable.

Hace años leí Delirio, también de Restrepo, y recuerdo que me gustó, sin que tenga en la memoria más detalles. En cambio, estas tres historias de Pecado nomás no tienen madre. Abordan la lascivia, la ira y demás antojos de la carne desde ese caleidoscopio siempre cambiante que son las emociones, pero también tocan los rasgos de sus hermanas siamesas: la culpa, el miedo, el dolor, la angustia. ¿Qué comerán los narradores colombianos que tocan de esta manera las fibras internas? ¿Que diseccionan las tripas y las exhiben con pluma así de portentosa?

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

9 comentarios sobre “El pecado, ese aguijón inescapable

  1. Un millón de gracías por iluminar mi ignorancia con este relato sobre las palabras de Laura Restrepo….que ya tiene/n lugar en la lista de libros-que-tengo-que-leer-antes-de-que-me-muera-si-mis-dioses-multiples-y-personales-de-la-cafeína-me-otorguen-la-energía. En una entrevista que dió hace poco, la Restrepo mencionó uno de mis autores favoritos, comentando que Oscar Wilde dice que cuando uno se va, es porque ya se ha ido. Estaba hablando ella metaforicamente de algunos caminos torcidos en los que se pierden sus personajes, pero a mí la frase resuena más como recordatorio amistoso sobre el tiempo limitado que tengamos para leer (entre todos los otros compromisos cotidianos supuestamente taaan serios) …. y la importancia de parar todas las superfluidades …. y dedicarnos/me a la lectura.

    Entre paréntesis, ¿has leído su nueva novela, ‘Hot Sur’?

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    1. No, no he leído Hot Sur, ¿tú sí? ¿Qué tal? Como comento en la entrada, de ella sólo había leído Delirio. Y sí, la cita de Wilde aplica para las relaciones pero también, si uno se quiere poner más hondo, para la vida: el segundo que se va es porque ya se había ido. Ay.

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  2. Una recomendación de Laura Restrepo sería «Olor a rosas invisibles» («Delirio» aún lo tengo pendiente)… También incluiría a otros 2 autores Colombianos… Álvaro Mutis y Fernando Vallejo…Ü

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