Nada que añadir a esto del escritor húngaro, en su novela La mujer justa (Salamandra). O sí, algo: qué miedo.
Y un poquito más adentro
Nada que añadir a esto del escritor húngaro, en su novela La mujer justa (Salamandra). O sí, algo: qué miedo.
Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia. Ver más entradas
¿Has leído de él «El último encuentro»? No dejes de hacerlo. Besos.
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Fíjate que no lo he leído. Además de La mujer justa (que me parece extraordinario) leí La extraña y tengo en el librero Divorcio en Buda. Me han recomendado mucho El último encuentro, no me lo voy a perder, lo prometo.
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¿Miedo? ¿Por qué? Y si fuese sólo lo que creamos…
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Justo ahí está el temor: por un lado lo que creamos nos ata aunque hagamos todo lo posible porque no sea así, porque no «se vuelvan cadenas lo que fueron cintas blancas», como dice el filósofo José José. Y luego está lo que no creamos, lo que queremos, que también implica compromiso. Ay.
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Es que no sólo es eso. Nuestra genética nos condiciona, nuestra historia nos condiciona, nuestro entorno nos condiciona… Probablemente un asesino no elija libremente matar o dejar de hacerlo. Ni un altruista ayudar o pasar de largo.
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Uf, eso me suena ligeramente determinista. No coincido. Aunque una gran parte de lo que somos y hacemos es fruto del azar, ese árbol caprichoso, otra enorme mitad (ja) la decidimos nosotros, para bien o para mal. La vida sería espléndidamente cómoda si yo no tuviera la libertad de decidir nada.
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No es determinista, porque no podemos predecir lo que acontece a nuestro alrededor, que es lo que nos hace como somos. Lo que digo es que probablemente nuestras «decisiones» no lo sean tanto y, que, en el fondo (y en la forma), no somos libres.
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Como digo, y conste que me sería más cómodo afirmar lo contrario, creo que «estamos condenados a ser libres» (no sé por qué me suena esto, alguien seguro me lo plagió avant-la-lettre).
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Bueno, tal vez afirmar lo contrario no hubiera sido tan fácil… 😉
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=)
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Cierto cierto
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Auch.
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No veo la razón para andar temiendo; para empezar, Márai parte de la idea errónea de que alguna vez fuimos libres. Si nunca lo fuimos no veo razón para entrar en pánico ahora. Y es más: siempre hemos estado atados y condicionados por lo que nos rodea, al menos si lo hacemos nosotros mismos a través de la creación tenemos la posibilidad de hacer con ello algo que valga la pena.
Abrazos libres.
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Hacer conciencia de las cadenas sí es para temer, al menos para mí, querido, ten conmiseración.
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Sí, ese punto es válido. Aceptemos eso pero sin que se vuelva demasiado obsesivo.
Abrazo.
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Cuando leo esa palabras de Sándro Márai, me recuerdan la polémica de un episodio genial de la serie ciencia ficción/animada Futurama (de Matt Groening, el mismísimo auteur de los Simpsons) – el capitulo se llama «Free Will Hunting» y el argumento central se trata de determinar si los robots tengan la voluntad libre (free will) o si estén prisioneros o esclavos de su programación (que sería la forma definitiva de condicionamiento). En un momento clave, Bender (el robot/personaje central muuuy orgulloso de sus tendencias delincuentes y criminales) se ubica en la sala de justicia, acusado de crimenes multiples pero el juez le indica que se le perdonará porque las maquinas supuestamente no tienen voluntad libre. Bender experimenta colapso de nervios casi total , y en un momento de autocrítica dramática declama: «What’s the point of living if I don’t have free will? From now on, no matter what cool crimes I commit, people will say, ‘Bender didn’t do that! It was just Bender’s programming!'» Y acercándose al juez, le suplica: «Well, I committed these crimes, do you hear me? I’m guilty!»
Es una filosofiía muy Beckettiana. (Adoro Beckett.) Beckett dice «my mistakes are my life» – «mis errores son mi vida» – y que sean condcionados o no ….. son míos.
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Buena, la referencia que das, Miguel. Y claro que es el punto Beckettiano: si de origen somos o no libres, porque eso nos hace más o menos responsables. Me identifico con el robot: encuentro un placer perverso en sentirme culpable. Ay.
Abrazos.
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Me identifico con Bender, el robot, también 😉 y este placer que sientes, si sea perverso, bueno, es una perversidad que muchos entre nosotros compartimos. Y si a alguien no le guste, bueno, la respuesta de Bender siempre es: Bite my shiny metal ass!
PDD Bender no sólo es delincuente, también es alcohólico: en el futuro, los robots necesitan licor igual cómo los coches se les hace falta gasolina.
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Yo disto mucho de ser alcohólica pero una copa de vez en cuando es la mejor gasolina. Las coincidencias siguen…
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