Me tropiezo con ella y, como pasa en las películas, el accidente detona una inmediata historia de amor. Le veo todas las virtudes y ningún defecto, me sorprendo repitiendo su nombre por el deleite de saberlo mío, quiero contarle a todos lo que me pasa, como si fuera yo la primera enamorada que habita el mundo.
Barahúnda significa «desorden, confusión, griterío», dice el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas. Añade que su primer uso se registra en 1330 y es de origen incierto. «Sólo consta que es palabra oriunda de la Península», similar al portugués barafunda, y que pasó al italiano: baraonda. Y el Diccionario de la Real Academia apunta que también puede escribirse sin «h», es decir, baraúnda, y que significa«confusión grande, con estrépito y notable desorden». Confieso que me gusta de todas formas, pero la prefiero con esa «h» que la adorna como una flor en el pelo. Es decir, no sólo suena bellísimo ba-ra-ún-da sino que también refiere a algo muy parecido el amor por el que vale la pena estar de paso: desordena, implica agitación y caos.
Lo dicho: estoy enamorada.
Da click aquí para ir a la entrada sobre la palabra Apocatástasis, que fue mi amor por un tiempo.
Da click aquí para ir a la entrada sobre Despampanante, otro de mis amores (yo, tan promiscua).
La mía: relámpago. «Nápoles» me suena mucho últimamente.
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Me pasa mucho que una palabra me persigue un tiempo, literalmente me enamora, y luego pasa la infatuación. ¿Te ocurre igual?
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Me pasa igual. Una vez me pasó (no te rías) con «limonero». Me encantó cómo sonaba en unas descripciones de paisajes de campo.
Sin embargo, hay fidelidad. Sigo siendo fiel al sonido de muchas, además de los relámpagos: joya, chopo, aguaje, árbol, roble. Una mezcla, ya ves, de promiscuidad y fidelidad (sí se puede!, jeje).
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Es el mundo perfecto: uno es todo lo leal que puede ser aunque a veces peque de infiel y las palabras no se ofenden.
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Pues me has arrancado una sonrisa en esta mañana de viernes. Nada mejor que enlazar una etimología maravillosa con tu soberbio enamoramiento (dichoso sea le maldito desgraciado). Es cierto que la palabra en sí (¡y qué viva el caos!) es estupenda; pero insisto en que tu relación con el amor «que desordena» y con tu presente es realmente genial.
Abrazos.
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No quieras engañar al respetable (cada vez más escaso, cosa de los tiempos que corren): tú también te enamoras de palabras y las cortejas y las besas y les haces cochinadas ricas y luego las pones en el estante de «historia», donde conservas a las que amaste.
Besos.
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Qué capacidad para desnudar a la gente en público, nena… otra maravillosa cualidad tuya…
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Y yo que pensaba que la palabrita era barahúnta (al menos así la recuerdo de mi infancia).
Nunca te acostarás sin aprender un vocablo más…
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La conexión que haces no es ociosa, lo señala el escritor Julio Trujillo en el imperdible texto que me comparte y que acabo de añadir como enlace a esta entrada: es fonéticamente cercana a «marabunta».
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Creo que hasta ahora no había visto la palabra escrita. recuerdo escuchar a mi padre decir «se armó la barahúnta» y, probablemente, yo lo escuchaba mal. Descubrí marabunta una tarde que vi la película Cuando ruge la marabunta y ahí no hubo posibilidad de error, porque vi el título escrito.
Quiero pensar que para entonces yo ya había armado unas cuantas barahúndas, aunque pensara que era otra cosa…
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Claro, las bonitas barahúndas involuntarias en las que parecen participar marabuntas…
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A mí me pasa como a Gonzalo!!! Pensaba que era Barahúnta jajajajaj. Buena entrada.
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Bueno, pues enterados están. Espero que undíadestos Gonzalo y tú me compartan algún secreto sobre sus palabras-amantes.
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Jajajaja. Me fascinan las palabras de escaso uso. Las iremos compartiendo.
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Por favor. Ya fui yo bastante indiscreta. Ahora les toca el turno a ustedes.
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Un deleite leerte querida y aprender con lo que nos compartes, ahora me he dado cuenta por fin: hasta ahora nunca me he enamorado de una palabra, me he apasionado por melodías, poemas o de estilos musicales, pero de una palabra no y me has dejado con unas intensas ganas de experimentar esa clase de enamoramiento, estaré atenta, ya te contaré si aparece esa palabra, besos y un buen fin de semana
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Es una ricura, ya lo vas a ver. Además tiene la enorme ventaja de que una palabra no te deja una llamada sin contestar, no es celosa ni tampoco tiene desplantes. O sea, es el amante perfecto.
Besos.
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