Acabo de volver de Chicago. No es fácil explicar la emoción de haber participado en el Festival Poesía en Abril, organizado por DePaul University y la revista Contratiempo. Digamos que camino de puntitas por haber echado versos con poetas de Perú, Bolivia, Puerto Rico, México y Honduras, entre otros países de Hispanoamérica. No es fácil porque hay una parte que puede ponerse en palabras (cariños que se desbordan, ganas de bailar, gustos varios) pero otra más bien responde a atmósferas, enchinamientos de piel ante el hallazgo verbal de un colega, brindis que dejan un sabor de boca que va más allá de la bebida. Total, regresé un poco más enamorada de la poesía que antes.
Entre las conocencias que hice por allá figura Juana Goergen, poeta y académica en DePaul. Si ustedes la conocieran la querrían de inmediato, como me pasó a mí, pero además me regaló su Mar en los huesos (Pandora Lobo Estepario Productions) y terminó de seducirme. Es un libro de texturas sonoras, desbordado de ecos.
En una página preliminar explica que en 2011 se hizo un estudio de ADN, por petición de un amigo genetista que llevaba a cabo una investigación. El análisis arrojó porcentajes significativos “de material genético de pueblo originario taíno y de material genético africano carabalí”. Con la bandera de ese derecho de sangre escribió el libro en el que da voz a sus ancestros, a las rabias acumuladas y también a los ritmos en las caderas y el pulso.
Rojo Córdova dijo sobre Mar en los huesos: “[En él] leí torrentes de sangre tambora tocando a volumen alto la cosmogonía caribe y más tambores de allende el Atlántico tocando el clamor más triste del mundo […] Olas de energía (taína y carabalí) vueltas herida”. Bueno, pues uno de esos poemas es el invitado del #MiércolesDePoesía.
Por una vez te pido que no te preocupes por lo que no entiendes. Lee el poema en voz alta y deja que las palabras se rompan en tu boca como semillas, dejen salir el jugo amargo sobre la lengua. Vale la pena.
«Guamikeni anaqui ciguato Yocahú.
Señor de tierra y mar —enemigo, que envenenó a Yocahú.
¿Por qué tú, Señor? Banequé Bajarí
Lucero de la mañana. Bajacú
Animal sin pareja. Baracutey
¿Por qué tú? Banequé
Arco para disparar flechas. Bairá
Hilo para canastas. Bijao
¿Por qué tú? Banequé
Piedra grande. Bosiba
Cordel más grueso que la cabuya.
Bayabé
Envenenado. Ciguató»
Juana Iris Goergen, Mar en los huesos, Pandora Lobo Estepario Productions, 2017
PD Dispensen el lío con los espacios entre versos. Esta máquina no entiende razones (dicen que todo se parece a su dueño. Ay).
Perodone usté la ordinariez pero este súper texto me ha dejado orgasmeado. Tal cual. Como casi siempre, me deja Usted con ganas de leer más. Reciba abrazos desde el centro de una muy helvética tormenta eléctrica de primavera.
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El orgasmamiento suyo me alegra los tuétanos, señor. El texto es un golpazo de cadencia, sí. Le abrazo fuerte y entusiasta desde León, donde participo en la Feria del Libro.
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Retumba. Mucho.
Gracias Julia por este tesoro. Y por estar allí.
Abrazote.
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Abrazos, Nélida, de aquí hasta allá.
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