Hoy empieza otro ciclo en mi calendario personal, uno más desde que tuve a bien inhalar por primera vez y antes de que exhale por última (¿cuándo?). Mientras tanto, respiro hondo y fuerte, me bebo el mundo en cada aliento y me confieso emocionada/agradecida ante la vida. Sin ningún afán efectista repito mentalmente el mantra leído hace poco: «Gracias por todo. No tengo absolutamente ninguna queja». Y lo peor es que de verdad me lo creo.

