A veces he invitado a cenar al temor: en la mesa un plato desabrido, masticado sin ganas, que he hecho a un lado. A veces he invitado a casa a la soledad, el desamparo que entre bocados secos hace apretar los ojos, tragar una mueca. Otras veces he convidado un plato frío a la nostalgia y una migaja ha quedado colgando de los labios. Hoy enciendo todas las velas, saco el mejor mantel, pulo los cubiertos y preparo un manjar: vienen a cenar los abrazos, la risa, el calor del alma.
Pues «bon appétit»!
Aprovecha y ya que hablas de velas y manteles, puedes hacer un pase mágico con ellos, transformar el mantel en vela y lanzarte a la más maravillosa singladura.
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Lo hice, lo disfruté a tope y tanto que ahora no quiero volver a la realidad, qué recomiendas?
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Que sigas allí donde estés ¡Y que me invites a pasar una temporada!
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«Esta es una grabación, porque la autora de este blog decidió seguir un sabio consejo y quedarse donde estaba… Esta es una grabación, porque la autora…»
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Aplausos. Y premio al comentario creativo del año.
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A ver… ¿Qué es lo que sucede aquí? Veremos si por este medio llego a ti. Ayer dejé un comentario y, al no verlo hoy, volví a hacerlo. ¿Estoy castigado o qué? Parafraseando a Raymond Carver: ¿Podrías hacer el favor de fijarte en la carpeta de Spam, por favor?
Cariños.
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Líbrenme los hados de un desatino así: ¿castigado, Borgeano? ¡Jamás! Puedo atribuir el desatino a estos programas del infierno, pero por favor repita usted el comentario, no nos deje en ascuas…
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PD Soy muuuuy fan de Carver
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