Los amo con pasión desmedida: a lo largo de mi vida he pasado muchas horas estudiando inglés, francés, italiano, portugués y latín. Por desgracia no todos los domino pero me fascina llenarme la boca con sus acentos, ir descubriendo el color que cada uno de ellos irradia. En mi lista de propósitos de los próximos 25 años está añadir zapoteco y hablar fluidamente cada uno.
Hoy recibo en mi correo un artículo interesante de ElCastellano.org. Aborda cómo la lengua aprendida en los primeros años está profundamente anclada en el cerebro y es instrumento absoluto de interpretación intelectual/emocional del mundo. Aquí un fragmento revelador:
«[En los años tempranos] se captan y aprenden matices sensoriales y emocionales que son transferidos con las palabras de un determinado idioma como no lo serán nunca por ningún otro que se aprenda después. Y es este idioma temprano el que queda mas profundamente anclado en el cerebro y con el que el niño definitivamente, dibujara el mundo y sus gentes [sic]. Ningún otro idioma será plenamente equivalente. Y es con ese instrumento que el niño nombra sin esfuerzo el mundo y «lo diferencia» de otros mundos, lo que incluye «matices» de las cosas, sucesos y personas. Con el idioma más genuino, aquel que se escucha tras el nacimiento, se expresa la intimidad de una manera diferenciada y única».
Así es, la lengua materna permite interpretar el mundo y luego los idiomas aprendidos le añaden acentos, con lo que enriquecen la vida. Doy fe.


Gracias por el enlace al artículo. No conocía esa página, a la que visitaré a menudo. (Hay tantas cosas que uno desconoce. Alguna vez vi una remera que decía «tantos libros y tan poco tiempo»; ahora con esto de internet la cosa se complica aun más).
Cariños.
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Es una página que me encanta, me da gusto habértela «presentado». La remera («camiseta», diríamos en México) tiene toda la razón: tan poco tiempo para todos los libros que valen la pena!
Abrazo
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Este tema de los bogs, tan criticado (y a veces con mucha razón, ya que se publican bastante tonterías; aunque por fortuna se encuentren sitios como el tuyo) también tiene su costado gracioso/educativo con respecto a esa facilidad que permite de conexión multicultural.
He vivido durante seis años en Miami y allí pasaba algo similar –salvando las distancias–; en forma constante debíamos traducir del castellano al castellano; es decir: de un localismo a otro. Para mí fue un disfrute inmenso, para otros era una tortura. Yo trato, sobre todo en los comentarios, ya que en los posts es imposible; de usar los términos adecuados para cada situación, cosa que no es fácil (sin ir más lejos, tenemos aquí a «remera», «camiseta», «playera», etc).
Cariños.
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Sí, es fascinante la «traducción» dentro de una misma lengua. Yo trabajé un tiempo en México para Larousse, editorial francesa que entre otras cosas se dedica a hacer diccionarios. Parte de mi labor fue compendiar latinoamericanismos para después incluirlos en un diccionario de lengua originalmente hecho en España. La visión eurocéntrica consideraba que no eran importantes por ser «locales» pero desde aquí afirmamos que resultaba FUNDAMENTAL incluirlos y así se hizo. No sabes cuánto lo disfruté (hace unos 15 años pero para mi fortuna aún recuerdo muchas palabras). Sorpresas que nos deparan las lenguas…
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