Destinado por los dioses a hacer rodar una roca hasta lo alto de una montaña, Sísifo la ve caer una y otra vez, para luego recomenzar su esfuerzo al infinito. Ésa es su condena según el mito: hacer una tarea extenuante e inútil, ser un héroe absurdo.
A veces, hoy por ejemplo, me da por sentirme Sísifo. Descorazonada, comiéndome la frustración, me sé una heroína absurda mientras bajo a recoger la enorme piedra para empujarla de nuevo. A diferencia de él, no creo en dioses que me hayan destinado a ello y confío en que un día, no sé cuándo, la roca dejará de rodar cuesta abajo.

«El amor es la piedra que Sísifo empuja» Ismael Serrano. Yo tampoco creo en dioses pero es tan cierto como cualquier ley física. Saludos
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A veces quiero violentar las leyes de la física…
Saludos
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En algún sitio leí que es la fragilidad de la existencia lo que vuelve cada instante precioso porque fugaz y terriblemente pesado por cuanto resulta inútil el empeño. Ahora que lo he escrito parece Kundera. Yo creo que es mejor no darle al coco o no se termina de darle. Pragmatismo. Hedonismo y santas pascuas. Que pase pronto. PS Perdonarás pero yo dejaría la vieja gráfica, esta es mu’ fea.
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Supongo que una vez que la piedra se quede arriba de la montaña entenderé que era necesario los incontables viajes para subirla. Recibo el abrazo de palabras.
PD Estoy peleándome con este nuevo tema, que pienso puede ser mejor. Si de plano no le encuentro la cuadratura regreso al anterior. Gracias por la sinceridá.
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Sísifo se creía inmortal y nosotros no lo somos, luego no tenemos por qué soportar tu condena. Que sea por poco tiempo. 🙂 A diferencia de Triste Sina, a mí si me gusta mucho más el nuevo diseño.
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Gracias por el ánimo. Estoy tratando de arreglarlo pero no soy experta en esto, así que voy lento…
Abrazo
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Perdón, quise decir «su » condena.
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“Hay que imaginarse a Sísifo dichoso”
Albert Camus – El mito de Sísifo
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Sisfo era un escarabajo tratando de ganar el corazón de una insectita muy evasiva.
Ya que él logró su objetivo con su tenacidad, la esfera se fue rodando en la inclinación infinita del tiempo.
Dicha esfera es el universo.
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Y dentro de la esfera viajamos un montón de pequeños Sísisfos desconsolados…
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puedes subir la roca mil veces o tantas como quieras, pero lo interesante no esta en subirla, sino de cuando en cuando dejar de hacerlo para darse ese breve espacio donde la felicidad que viene contagiada en las pequeñas cosas nos confunda, nos atrape y nos haga creer que subir la roca una y otra vez nos ha llevado a ese momento y entonces volver a intentar que la roca se quede en lo alto, aunque nunca nadie lo haya logrado
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Sabio consejo, querido. Lo recibo mientras me limpio el sudor de la frente por el esfuerzo de subir una vez más la montaña…
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Así es Carlos, permitirse ser feliz. Increiblemente no todos se lo permiten o quizás algunos no saben reconocerla y siguen subiendo la roca….
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Poco a poco aprendo a dejarla al pie de la montaña, al menos a ratos.
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¡Hola, Danioska!
Coincido aquí con Camus: es la condición humana. Cuando nos damos cuenta que en términos absolutos todo es en vano se nos abre un precipicio. Sin embargo, si se asume esta realidad pronto nos damos cuenta que subir la piedra, una y otra vez, al fin y al cabo vale la maldita pena.
Abrazo.
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Me gusta ese gesto: sí, vale la maldita pena. Totalmente.
Un abrazo, querido Enrique
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