
Hace meses que no pasa por aquí el magnífico Quino, así que hoy le levanto el castigo de forma temporal y lo invito al #LunesDeMonos, con este cartón acidito que ahora me parece simpático pero en unos años, no muchos, seguramente me hará llorar. Y no, no porque un esposo o novio me vaya a preguntar algo similar (a como voy, con cambio de modelo cada cinco años en promedio, la cosa no pinta hacia allá), sino porque a mí misma se me va a olvidar para qué se usaban ciertas partes del cuerpo. Aprovecho, pues, para reírme hoy.
Deseo que el cartón haga que el lunes de todos sea menos lunes…
Menos lunes y con presagios para un más sábados.
Saludos y gracias porque el lunes ha empezado con enorme sonrisa.
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Amén, mira que necesitamos más lunes con sabor a sábado.
Saludos…
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oh sí, el genial Quino pa’traer luz en la oscuridad del lunes, que nos ilumine el resto de la semana.
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Que los dioses del humor te oigan. Beso, buena semana.
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Tan gracioso como el cartón es tu comentario, querida. Acompañado por nuestro amigo Epicuro (está aquí, a mi derecha, leyéndote, como siempre) te diría que no te compliques mucho con esos temas; precisamente, cuando no recuerdes para qué sirve tal cosa será porque ya no tendrá sentido usarla.
Ahora, como suele suceder, uno escribe y las palabras se dan vuelta en el aire y las muy desgraciadas se tornan en otra cosa completamente diferente. La verdad es que es para llorar (Epi me pone una mano sobre el hombro y sonríe, comprensivo).
Abrazos antes de que…
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Mando un abrazo afectuosísimo a Epicuro mientras su discípulo, Tito Lucrecio (a mi costado), le manda otro incluso más sentido. El par de malditos, claro, se ríen de nosotros porque, literalmente, están más allá del bien y del mal…
Abrazos, abrazos, abrazos. Que nunca se olvide que los brazos se hicieron para eso.
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