Empiezo a acomodar los muchos libros comprados en la Feria del mismito. Más los que tenía pendientes de lectura desde antes. Es decir que en las repisas hay más de 50 títulos esperando que los tome, les clave los ojos, los haga otros. Y ellos a mí.
Seguramente no tengo idea de lo mucho que pueden cambiarme la historia, de cómo son capaces de reiniciar mi cronómetro individual como ya lo hicieron antes Madame Bovary, Muerte sin fin, don Quijote y John Donne, a partir de los cuales el mundo adquirió nuevos matices.
En estos días me viene a la mente un aforismo del escritor argentino Andrés Neuman, amigo querido (además): «Leer es fabricar tiempo».
Mis libreros cargan varios relojes personales a punto del reinicio.
Un veterano ajedrecista dijo una vez que el ajedrez es vida y que cada partida es una nueva vida.Así, los ajedrecistas viven muchas vidas en su tiempo de vida. Con los libros pasa lo mismo; además, al leer redescubrimos nuestra propia vida. Todo son ventajas, salvo quizá el espacio que necesitas para acumular libros.
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Amigos lectores me dicen que deje los libros de papel y opte por el e-book pero se me hace algo así como traicionar a mi mejor amante.
Me encanta la analogía con el ajedrez. Salen blancas.
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A mí me encantan los e-books, pero para leer ajedrez o química. El encanto del papel no tiene parangón. Es como escuchar música en un vinilo, los rituales son importantes para estabilizar nuestra existencia.
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Y además el olor de un libro… A mí los e-books nomás no me seducen. No sé, no me hablan al oído. Y aunque tengo algunos discos LP no puedo oírlos, porque no tengo tornamesa. Buaaaa.
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