
La pasión nunca es sencilla. Lo arduo va entretejido en su misma definición.
Por eso resulta adictiva de a madres, porque es de las únicas cosas capaces de salvarnos, mientras nos revuelca. Salimos de ella con nudos en el pelo, cortadas visibles e invisibles, pero mucho más vibrantes que antes de entrar. Y más idiotas.
Por eso, el estado civil que implica es el aterre, como señala el humorista gráfico argentino Bernardo Erlich.
Así.