
Por fin entiendo el meollo del asunto. No existen medias naranjas que complementen medias naranjas: hay naranjas y exprimidores. O sea, uno el gandalla y otro, el agandallado.
De momento no sé quién es el abyecto en mi relación, si él o yo. Ahí aviso cuando se definan los papeles. De momento estamos enamorados como idiotas, porque sólo los idiotas pisan el pedal a fondo sin preocuparse si a un kilómetro espera un precipicio. Y lo digo con sonrisa irresponsable.
Buen lunes. Hoy, sí.
Semiótica (semiótika, debería decir) de la imagen: En un primer momento todos pensamos en que el exprimidor es masculino mientras que la naranja es femenina (hasta el género en el lenguaje lo indica). El exprimidor penetra y arranca el interior dulce de la fruta, etc. Ahora, el dibujo es falso, porque un exprimidor no se usa de ese modo, sino al contrario, el exprimidor es pasivo mientras que es la fruta la que «monta» y se exprime a sí misma. Por otra parte, también podríamos considerar al exprimidor como forma femenina (la redondez de un pecho o un pecho agresivo) y a la fruta como la boca masculina que, tierna e inocente, se deja degustar.
Como dijo Piet Hein (del que siempre quise esccribir una entrada y del cual no encuentro sus dibujos y breves juegos poéticos: «Todo lo que sueñes será / o bien cóncavo o convexo / por lo tanto lo que pienses / tendrá que ver con el sexo».
Gracias por dejarme jugar un rato.
Abrazos.
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Me gusta la lectura que haces, el juego que propones: ¿quién es quién? Como dices, el condicionamiento lleva a una cosa, pero rascándole se encuentran otras sugerencias.
Gracias a vos.
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