En estos días cumplo tres años de practicar yoga. Mi cuerpo y mi mente lo agradecen a todos los dioses, porque los beneficios recibidos superan los dedos de mis manos. Baste mencionar estos: mis dos hernias lumbares y yo firmamos la paz; a mi rodilla izquierda se le olvidó cómo dolerme; a mis cuarenta-y-tantos soy más flexible de lo que jamás fui. En suma, descubrí el placer de cuidar mi cuerpo, mi única casa. En lo emocional, empecé el proceso de aquietar mi mente.
Para los siguientes tres años, el objetivo es flexibilizar también mi carácter. De verdad, no es poca cosa.


Siento cierta envidia, pues me propongo comenzar y me falta un punto de voluntad…
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Todo está en que decidas empezar. Te sientes tan bien después que ya no hay forma de dejarlo, al menos así me pasó a mí…
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Suelo meditar bastante, aunque tengo el cuerpo algo abandonado. Y no hay que dejar ninguna parte de nuestro ser en desequilibrio. Gracias, a ver si me animo.
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También medito, aunque me falta más constancia en ello. Este año me he propuesto regularizar más mi práctica. En cuanto a la yoga, también es una especie de «meditación en movimiento», creo que te gustará…
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Ah! Te felicito,que bueno es el yoga, hace algunos años lo practicaba, (incluso tome yoga para embarazadas) :), empece a tomar clases de anatomía del movimiento y volvieron a mi mente los días en que practicaba yoga, que importante es armonizar nuestro cuerpo, mente y espíritu. Abrazos.
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Es una delicia encontrar el diálogo entre cuerpo y mente, de verdad. Estoy fascinada, me resulta adictivo ir a clase!
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Ojalá todas las adicciones fueran tan maravillosas, ahora a saludar al sol… 🙂
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Sí, ésta es de las buenas adicciones…
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Muchas felicidades, da gusto leerte.
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Aunque suene a lugar común, el gusto es mío de que pases por aquí…
Saludos
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Mi querido colibrí («a mis cuarenta-y-tantos»… una delicia vez. Cuando sale ese costadito femenino todo se torna más luminoso). Felicitaciones por la constancia y por los logros. Yo sigo la escuela de yoga del Señor Philip Morris; mi posición favorita es con un cigarrillo y los pies sobre el escritorio mientras medito sobre la inmortalidad del cangrejo. La llaman la «postura del procrastinador» y soy todo un especialista en ella.
¿Estás segura de que alcanzarán con tres años? Porque carácter, querida, se nota que lo tienes de acero templado.
Como dijo alguien por ahí arriba, envidiable, aunque yo agregaría un término. sanamente envidiable.
Un abrazo de antología.
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Jeje, me hiciste sonrojar, querido amigo. Y también me hiciste reír con tu escuela Morris, te pude imaginar perfecto. Pues te invito a probar otras escuelas de yoga, por lo que te conozco a través de tus escritos estoy segura de que en su conjunto te resultaría atractiva.
En lo que toca al carácter, sí, lo tengo de acero templado para bien y para mal: para bien en que soy disciplinada a morir, con una voluntad que no duda ni se frena, pero para mal en que soy inflexible y cuadrada, tengo mi camino trazado y cualquier desviación me disgusta/frustra. En fin, aquí la idea es conservar los rasgos positivos y atemperar los otros. Ya iré contando si se logra el milagro…
Abrazo recibido y duplicado
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Bien, quedo a la espera de esas noticias. Dos cosas al margen: perdón por lo errores de tipeo; no soy de beber pero sin duda que estaba alcoholizado o algo parecido. «una delicia vez» ¿qué diablos significa? quítale el «vez»… Well, you know…
Con respecto al yoga, sí, siempre me interesó y mucho; incluso cuando estuve en EE.UU. tenía mi suscripción a las revistas Shambala Sun (sobre budismo) y Ascent (sobre yoga), las cuales traje junto con la mayor parte de los libros. Pero bueno, eso de procrastinar está en mis genes querida. Mis intereses van por la autopista, mis deseos por una calle secundaria y mi accionar duerme el sueño de los justos. Aunque ya estoy trabajando en ello (como sólo no podía, muy a mi pesar busqué ayuda profesional y parece que es útil; pero ya veremos. No descorchemos el champán antes de cruzar la meta).
Cariños.
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No te preocupes, entiendo la vida propia de los teléfonos actuales y también soy su víctima frecuente. No conozco las revistas que mencionas pero sin duda, lo hemos dicho antes, el yoga y la meditación son caminos hacia el bienestar. Así que estoy segura que tarde o temprano probarás las asanas y volverás a ellas con regularidad. Ya ves, soy la versión actual del oráculo de Delfos, de modo que no discutas…
Un abrazo cargado de fe en ti
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No he podido evitar comentar en esta entrada y lo hago por interés propio en un tema personal. Disculpas anticipadas.
Resulta que también pertenezco al club de los «herniáticos» y concretamente mi malestar se centra en la zona lumbar y también por duplicado.
Al leerte sentí una punzada (tú sabes) de complicidad y el súbito impulso de preguntarte cómo eres capaz de practicar mi amado yoga, que tuve que aparcar hace dos años precisamente por aquellos dolores repentinos (sabes que algunas asanas pueden ser un tanto enrevesadas). Así pues, me vi privada de los privilegios que describes y no puedo menos que comunicarte que entiendo ambas cosas: tu apego a la práctica del yoga y la cruz de soportar esas molestias hernias de disco.
Si tienes alguna recomendación saludable que puedas sugerir, será muy bienvenida.
Por lo demás, te comprendo y te felicito por llevar con entereza estas molestias cotidianas 😉
Un abrazo de ex yoguina a yoguina.
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Gracias por tu comentario, Marylebone. Empatizo contigo y por eso espero mi respuesta te sirva de algo. Te cuento: cuando empecé con yoga estaba muy temerosa de empeorar, de lastimarme más, pero me animé a probar porque ya eran muy frecuentes las «punzadas» que ambas conocemos. No me imposibilitaban hacer mi vida diaria, trabajar, etc. pero sí eran molestas. Como te decía, empecé con mucha cautela, en especial en las asanas que implican doblar la espalda. Los primeros meses, el dolor lumbar incluso aumentó, por lo que varias veces pensé claudicar, pero otros yoguines me insistían que eso pasaría. Muy poco a poco fui animándome a probar un poco más de profundidad, motivada por la idea de que en India el yoga es un sistema terapéutico y también por los maestros que me decían: «Haz hasta donde te duela un poquito, no menos, pero no más». Así lo hice e increíblemente mi cuerpo empezó a responder, eso sí, lentísimo.
Más o menos a los seis u ocho meses noté que el dolor empezaba a disminuir y que mi espalda era un poco más flexible. Seguí adelante y cada vez fue un poco mejor. Aún me lastimé una o dos veces más, en lo que aprendí a «oír» mi cuerpo y entender hasta dónde debía llevarlo en cada clase. Ha sido un proceso complejo pero te puedo contar que hoy por hoy hago todas las asanas (sí, incluso las de doblamiento hacia atrás) al máximo de la profundidad que alcanzo, es decir, no perfectas pero sí sin temor, incluso disfrutándolas aunque cuesten mucho. Desde hace al menos dos años el dolor desapareció por completo. Te juro que no exagero si digo que des-a-pa-re-ció, es decir, las hernias no me han vuelto a doler en absoluto, ni siquiera cuando irresponsablemente y por olvido de ellas he cargado cosas pesadas (alguna maleta, una maceta, etc). Es decir, hago mi vida como si no existieran.
Ya me extendí en la respuesta pero sólo añado dos cosas: 1) el tipo de yoga que hago se llama Bikram. Básicamente es hatha yoga pero se practica en un cuarto con mucho calor (42º), lo que ayuda mucho a la flexibilidad. Alguna vez intenté hacer las posturas fuera del salón pero me dio miedo lastimarme sin el calor, así que no seguí. Quizá te ayudaría probar Bikram; 2) lo que he podido entender es que, en clase, mi columna se mueve en todas direcciones (adelante, atrás, a un lado y al otro), de manera que todos los músculos que la sostienen se van fortaleciendo. El abdomen también se hace fuerte, por supuesto, lo que termina ayudando a sostener lo que antes sólo cargaba la espalda. No sé si mi explicación sea demasiado básica o incluso parcial, pero me anima a esforzarme al máximo en cada clase. Ojalá mi caso te sea útil. Un abrazo solidario…
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Muy agradecida, Danioska. Por celeridad, utilidad, contenido y precisión.
Mil gracias por tu respuesta completa y por la narración de tu proceso, que entiendo a la perfección.
Es esperanzador que el cuerpo pueda, pasito a pasito, recobrar esa libertad de movimientos que no se valora hasta que se pierde. Como casi todo.
Y me gusta el apunte de aprender a escuchar lo que el cuerpo quiere decirnos (algo que tantas veces pasamos por alto y que resulta básico para comprenderse y sanarse).
Es magnífico que el dolor pueda desaparecer completamente. Acabas de abrir una ventanita importante que no pienso desaprovechar y, por descontado, apunto ese tipo de yoga.
Te envío el link directo a una mujer que probablemente conozcas de tu experiencia yóguica. Se llama Snatam Kaur y recita mantras en sus canciones, que reverberan directamente en nuestros chakras o centros energéticos.
Esto anterior «suena» muy místico, pero no deja de ser agradable su voz y su compañía:
Espero que te agrade la aportación. Continúo leyéndote y me olvido de molestias por un momento. Un abrazo solidario y cuenta conmigo para lo que precises 😉
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Qué rico regalo musical me haces. No, no conocía a Snatam Kaur y me gustó muchísimo, una auténtica pausa de paz en medio del trajín cotidiano. Muchas gracias.
Un abrazo fuerte y aquí seguimos
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Me alegra especialmente que el yoga te haya llenado. Lo practique un tiempo y es cierto lo que dices…, llena. Ahora hago pilates, perdí seis kilos en cuatro meses y hay que mantener la masa muscular… Siempre es bueno hacer algo por nuestro cuerpo, «nos tiene que durar toda nuestra vida…», jajaja. Un abrazo.
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Totalmente de acuerdo, no venden repuestos de cuerpo en los almacenes. Además, determina en enorme medida disfrutar más o menos el día a día…
Saludos
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Es que tenemos un cuerpo 10, como la mente…jajaja.
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Llevo apenas dos meses y contando practicando yoga, aùn soy un roble en cuestiones de flexibilidad, creo se ocupa mucha disciplina, pero empiezo poco a poco, he cachado el gusto por el yoga al encontrar la paz mental que necesito y creo todos necesitamos… creo son disciplinas que deberìamos adoptar la mayorìa, para canalizar nuestra energìa de forma positiva.
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Es una maravilla tanto a nivel físico cómo mental y espiritual. Yo creo que el resto de mi vida haré yoga, no comparo con nada lo que me aporta, el equilibrio que me da a todos niveles. Así que te animo a seguir!
Saludos y gracias por pasar
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exactamente, un equilibrio en muchos sentidos.
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De eso se trata o, al menos, a eso se aspira.
Saludos
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