Vine a ofrecer una plática sobre poesía checa, llegué ayer y hoy regreso al D.F., lo que lamento mucho porque ya me veía paseando a mi aire por los callejones de esta ciudad preciosa. Hoy, antes de que suene la alarma, me despiertan las campanadas de la iglesia que está justo frente al hotel. Por alguna razón, lo primero que me viene a la mente es que a unos pocos pasos de aquí está el bar El Golem, en referencia al personaje checo que ayer estuvimos comentando. Qué rico: amanecer en Guanajuato habiendo tenido ayer un día espléndido en todos sentidos y llenarme la boca con la música de esos primeros versos de «El Golem» de Borges que me sé de memoria:
«Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo'».
Abro la ventana y me topo con esta imagen. La mañana pinta redonda.
Esa cuarteta también la sé de memoria y suelo usarla para demostrar la complejidad de cierto Borges (porque no todo Borges es así).
Hace poco hablamos de cómo estar inmerso en un tema nos hace verlo en todos lados o a cada momento. Seguramente si tu conferencia hubiese sido sobre poesía japonesa, el bar El Golem hubiese pasado desapercibido (salvo que sirvieran sake, si me permites el delirante ejemplo).
Objetí (Abrazo, en checo y según Google translate; a mí que me registren).
Me gustaMe gusta