«Al silencio le gustaba escuchar la música; oía hasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado […] cuando el silencio ya era de confianza, intervenía en la música: pasaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de intenciones”.
El pasaje pertenece al cuento «El balcón», del uruguayo Felisberto Hernández. Y me deja muda por su potencia sin aspavientos.
Una vez más confirmo que muchas veces la mejor poesía se encuentra en la narrativa.
Además de la belleza del texto ¡Qué ajustado al sentimiento musical en sí mismo! Ver un silencio en un pentagrama es, sí, ver la cola de ese gato negro que pasó por allí.
Abrazos.
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Claro, y no es casual que Hernández fuera música además de (¿antes que?) escritor. Qué cosa de imagen, ¿verdad?
Abrazote, muy.
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