
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia”.
Un oscuro designio hace que hoy, millones celebren a San Valentón con vengativos ositos de peluche. Esa es una mala noticia.
Hoy también es #MiércolesDePoesía, lo que significa que aquí van versos para biendecir el amor. Esa es una buena noticia.
Pablo Neruda es el invitado de hoy, con su magnífico “Tango del viudo”, que debe leerse completo y un par de cuyos fragmentos comparto aquí, para abrir boca (literal y figurativamente hablando). Es impresionante cómo habla el hueco de ausencia que siente quien amó.
“[…] Cuánta sombra de la que hay en mi alma daría por recobrarte,
y qué amenazadores me parecen los nombres de los meses,
y la palabra invierno qué sonido de tambor lúgubre tiene.
[…] Daría este viento de mar gigante por tu brusca respiración
oída en largas noches sin mezcla de olvido,
uniéndose a la atmósfera como el látigo a la piel del caballo,
Y por oírte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa,
como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada,
cuántas veces entregaría este coro de sombras que poseo,
y el ruido de espadas inútiles que se oye en mi alma,
y la paloma de sangre que está solitaria en mi frente
llamando cosas desaparecidas, seres… desaparecidos,
substancias extrañamente inseparables y perdidas”.
Pablo Neruda, “Tango del viudo”, Residencia en la tierra
Da click aquí para leer el poema completo.
Me acerqué a Isabel Fraire (1934-2015) gracias a un muy querido amigo que, por desazares, hoy está lejos de mí. Fraire fue una poeta mexicana soberbia, impecable e implacable, pero no sé qué razones estúpidas la hacen muy poco conocida. En estas Palabras A Flor De Piel ya había estado presente su trabajo.
Ella es la invitada del #MiércolesDePoesía con estos versos delicados, bajo los cuales se transparenta una tragedia. O dos. Porque a veces perder sangre en un hospital no es la peor degracia, sino estar lejos del “Juan” de cada uno de nosotros.
Poema de amor
“En el cuarto de hospital toda la
noche la mujer gritando
Juan
Juan
en donde estás
no me puedo mover
no puedo mover mi pierna
ni mis brazos
Juan
no sécómo llegar a donde estás
no puedo salir de aquí
Juan
estoy desesperada no me
puedo mover Juan”.
Isabel Fraire, “Poema de amor”, No sé ir a casa
“El poema nace con su gestación, al igual que en el Tao la gestación es ya el nacimiento del ser humano”.
Lo dijo el poeta español José Ángel Valente. Sí, la sinapsis creativa del verso ocurre casi sin que el autor se entere y luego de un tiempo brota de pronto, bien formado o con taras congénitas, insalvables. Añado: una vez parido, igual que un niño sigue cambiando, ajustando su rostro.
Me encanta la imagen del poema como ser vivo y con ella convoco a Valente a darle tono a este #MiércolesDePoesía. El poema suyo que copio a continuación es ligero y etéreo. Así nació. Alude al deseo de que unos versos sean la palabra intocable que muchos necesitamos, pero no conocemos.
Un canto
“Quisiera un canto
que hiciera estallar en cien palabras ciegas
la palabra intocable.
Un canto.
Mas nunca la palabra como ídolo obeso,
alimentado
de ideas que lo fueron y carcome la lluvia.
La explosión de un silencio.
Un canto nuevo, mío, de mi prójimo,
del adolescente sin palabras que espera ser
nombrado,
de la mujer cuyo deseo sube
en borbotón sangriento a la pálida frente,
de éste que me acusa silencioso,
que silenciosamente me combate,
porque acaso no ignora
que una sola palabra bastaría
para arrasar el mundo,
para extinguir el odio
y arrasarnos…”.
José Ángel Valente, “Un canto”, La memoria y los signos en Punto cero. (Poesía 1953-1979), Seix Barral
Me llega una notificación de que Palabras A Flor de Piel ha superado ese número críptico, telúrico, estruéndico (a la izquierda de este texto puedes ver la cifra).
La noticia me pone de muy buenas, me hace alucinarme de gusto, porque pagaría cualquier cosa por tener esta comunidad y sin embargo cada uno de ustedes me acompaña de gratis: son gente que ama los libros y las letras, que se emociona con un verso y lo va murmullando como un mantra, que busca (igual que yo) una forma intensificada de habitar la realidad.
Gracias amplias, coloridas, hondas y altas por enriquecerme de cotidiano, por hacer que este espacio sea una casa tan ricamente amueblada.
Aquí va una canción que me encanta y me apetece regalarte, porque me emociona cada vez que la oigo: es la musicalización que hizo Antonio Vega al soneto de Antonio Gala.
Salud y gracias de nuevo. Desde los hipocondrios.
Hoy hace cuatro años se murió, sin preguntarme si podía volverse ausencia o si yo aún necesitaba versos suyos que se volvieran míos en tardes de domingo. Se llamaba Juan Gelman y desde entonces me siento un poco huérfana.
Aquí va uno de los poemas que dejó, con esta manera tan suya de tocarme los tuétanos y decirme como nadie. Quién sabe si siga escribiendo.
El péndulo
“Nunca dejarás de serte mía, pero me río de tu libertad. No podés cancelarte en mi memoria. Sos más en mí que yo de mí. Te existo, péndulo del aire”.
Juan Gelman, “El péndulo”, Salarios del impío, en Pesar todo. Antología, FCE
Da click aquí para ir a lo que escribí el día de la muerte de Gelman
Da click aquí para leer el mejor poema de Gelman (ok, uno de ellos)
Los primeros versos del año vinieron de puntitas, como sin querer, pero con ganas de llegar. Y es que los trae de la mano José Emilio Pacheco, poeta mexicano que en este enero cumple tres años de haberse vuelto transparente para, más que nunca, “arar en el mar y escribir sobre el agua”, como dice uno de sus poemas.
La prisa por cumplir propósitos desmesurados resulta consustancial al inicio del año. Por ir a contracorriente o por mera necedad no me planteo metas para los siguiente doce meses, pero sí pienso qué espero de la poesía en este 2018. Pacheco tiene (para variar) las palabras cabales:
“Si leo mis poemas en público
le quito su único sentido a la poesía:
hacer que mis palabras sean tu voz,
por un instante al menos”.
(José Emilio Pacheco, “Contra los recitales”, Irás y no volverás, en Tarde o temprano. Poemas 1958-2009, Fondo de Cultura Económica)
Me recuerda lo que dice un personaje de la película El cartero de Neruda (que está basada en la novela Ardiente paciencia, del chileno Antonio Skármeta): “La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita”.
Ojalá, Diosquiera que alguno de los 52 poemas que van a protagonizar estos #MiércolesDePoesía se vuelva tu voz, le pongas tu firma, te diga mejor que tus propias palabras.
Es decir, que tu año esté cargado de versos que se vuelvan necesarios. No te imaginas qué gusto me dará si así es.
Salud.