Hoy comparto aquí mi columna semanal en la revista Neurona Magazine, propiedad de Neurona Digital, en la que abordo temas de mercadotecnia digital, Storytelling y novedades tecnológicas, que me interesan particularmente.
Si te apetece pasar a leer, adelante. Si no, por favor brinca a alguna otra entrada del blog, pero no te vayas sin leer algo que te deje el alma un poco más curiosa o contenta.
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¿Has pensado cómo vas a estar comprando café, leche y verduras de aquí a unos años? Una de las posibilidades es que tu propia alacena mande cada semana a tu supermercado de confianza la lista de lo que hace falta. Así lo propone WePlenish, un sistema de supervisión automatizada de inventarios propuesta por Amazon. Otra opción es que si estás cocinando y te das cuenta de que te hizo falta comprar un ingrediente o si te entró la urgencia de comerte un litro de helado de chocolate, lo pidas a Prime Air de Amazon y un dron te lo entregue en tu casa en 30 minutos máximo.
Existe una tercera alternativa, también de Amazon: entras a un supermercado, tomas el producto que quieres y te vas. No hay filas ni cajas ni tiempo de espera. Es lo que plantea Amazon Go, una idea offline de la empresa de Jeff Bezos, que no deja de expandirse y apostar por el futuro.
Para comprar con este sistema sólo necesitas tener una cuenta en Amazon, un teléfono inteligente y descargar la App Amazon Go. Funciona así: para entrar al supermercado pasas la App por el escáner, de modo que te identifique como comprador. Ya dentro, pones en tu bolsa lo que quieras llevar. Los escáners de los anaqueles registran automáticamente cuando un producto es tomado del anaquel, de modo que llevan registro de tus compras en un carrito virtual. Cuando terminas puedes irte y, unos minutos después, Amazon hace el cargo a tu cuenta.
Es algo así como un sistema invisible de pago, que emplea una tecnología similar a la de los autos automáticos: combina visión computarizada, sensores e inteligencia artificial. En la primera Amazon Go Store, ubicada en Seattle, Washington y que está en etapa de prueba desde diciembre de 2016, puedes comprar desayunos, comidas y cenas frescas, preparadas por chefs locales. También ofrece los comestibles usuales en un súper, como leche, queso artesanal y chocolates. Un plus: los paquetes Amazon Meal Kits contienen los ingredientes y la receta para que puedas preparar una comida para dos en un tiempo estimado de 30 minutos.
Esta idea del supermercado inteligente es una respuesta frontal al e-commerce y un movimiento en contrasentido de la tendencia online a nivel global. Aquí se trata de comercio offline, físico. Aunque ha enfrentado algunos problemas operativos, varias pistas hacen pensar que Amazon Go resultará un éxito: ya cadenas de supermercados de Reino Unido han mostrado interés en el concepto.
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El simple hecho que la multinacional del e-comerce par excellence se proponga como alternativa al mismo me ha puesto la piel de gallina y estoy seguro que il caffè latte se me volverá ácido. Además los señores de Seattle son notas por eludir al fisco y generar sólo contratos basura. Y eso es lo primero que me ha venido a la mente, perdonará.
Lo segundo es que toda esta tecnología, toda esta intrusión en la esfera privada (cuando se entra al super, por cuanto tiempo, que consumes y con cual frecuencia) con la excusa de agilizar el servicio es sólo una pieza más del
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horror al que nos encaminamos. Sin contar que muchos trabajos de los menos cualificados están desapareciendo y desaparecerán. Es verdad que nacen nuevas profesiones, pero muy pocas comparadas con quién se queda en el paro y no puede reciclarse en el ciclo productivo o por cuestiones de edad o de rédito.
Si tanta innovación no mejora la calidad de vida de la mayor parte de los habitantes del planeta, no sirve. No propongo que volvamos a las cavernas, but you know what I mean. Un abrazo.
PS Perdona la fragmentada respuesta.
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Le entiendo bien, creo, y es parte de las muchas aristas que me cuestiono. Reciba un abrazo que, ese sí, no implica riesgos.
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Amazon se mueve de formas insospechadas, al menos en función de lo que ha sido su factor distintivo, lo cual me parece llamativo y digno de exploración. Suele pensar tanto cada movimiento que no dudo que en esto también impongan un nuevo modelo de consumo. La cosa, como la veo, es que la intrusión en la esfera privada existe desde hace tiempo, en particular con las tarjetas de crédito, luego las redes sociales y la inteligencia artificial: saben de ti y de mí mucho más de lo que quisiéramos, incluso cuántas series de TV uno ha visto, qué compramos y con qué frecuencia, qué temas nos interesan y a dónde nos gusta ir de vacaciones. Es decir, no es un cambio radical, sino un pasito más en la misma dirección. Al prinicipio por supuesto que no me gusta, pero como suele traer aparejadas ventajas valiosas (tiempo), creo que yo acabaría cediendo, como me ha ocurrido con todo lo demás. En fin, la reflexión que usted apunta me hace, a mi vez, revisar mis puntos de vista.
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