Hoy el restaurante laboral ofrece complicaciones, ritmo acelerado, molestia, sobrecarga, estrés. No se me antoja lo que hay para comer. Cuánto bien me haría una clase de yoga para reconectarme conmigo misma. ¿Y si me encierro cinco minutos en mi oficina a meditar? ¿Me lo perdonarán los mil temas impostergables?


Ven a mi restaurante, tengo algo especial para tí.
Me gustaMe gusta