Va otra muestra de las cosas que cuentan las texturas de cada día, de cómo congelan el tiempo un instante en una especie de poema-visual. Ésta es la cuarta entrada que subo sobre el mismo tema. Al ritmo que voy, un día no lejano terminaré posteando los «segundos extrañados» número 500 (da click aquí para ver los tres posts anteriores http://wp.me/p1POGd-hF http://wp.me/p1POGd-pK http://wp.me/p1POGd-18T ).
preciosa testuras. saludos
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Y que siga! Me quedo con la rugosidad del tubo primero, y el colorido de los ovillos.
Hasta ahorita!
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La primera textura me encanta. Resulta que es el domo de entrada de un restaurante: me alucinó su belleza, con esa agua que escurre por los muros!
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Tempo, tempo, tempo
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Esperar que llegue, que no nos rebase…
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