Sinrazón en el Museo Franz Mayer

Imagen 2Entiendo los museos como su etimología sugiere: lugares dedicados a las musas, donde se resguarda y comparte lo más granado de la sensibilidad humana. En general son sitios de inspiración y, quizá, en particular, el Museo Franz Mayer, con la mezcla acertada entre su colección impresionante de artes decorativas y su vanguardia en exposiciones temporales, como la muestra de cartel o la de la World Press Photo (WPP). Lo interesante es que ayer me brindó una epifanía no museística, sino del más obtuso dogma.

Como cada año, fui para ver la WPP, que premia «lo mejor del fotoperiodismo internacional». Al llegar, la señorita que recibía los boletos me advirtió: «no puede tomar fotos ni hacer anotaciones». Puedo entender las fotos, pero en ningún museo de ningún país me han prohibido tomar notas y en México, que yo sepa, no estamos en una dictadura. Así, en cuanto garabateo un dato en mi libreta aparece otra señorita: «no puede escribir». «Disculpe, pero en este país nadie puede prohibirme escribir en un cuaderno». Ay de mí, necia.

Sigo viendo la muestra, con fotos estupendas aunque otras predecibles. Entonces se me acerca otra señorita con prepotencia de supervisora y walkie talkie ídem: «me dicen que está tomando apuntes. Eso está prohibido». Ningún argumento, sólo la frase estéril: «no se puede». «¿Prohibido por qué?», oso preguntar. La emisaria de los dioses responde: «Por el reglamento». Como no vamos a entendernos pido hablar con el encargado de seguridad pero ella, delirante, explica: «no se puede, es el reglamento». Esta emisaria celestial ignora que la libertad está consagrada en la constitución, así que me lo pueden decir cien veces: voy a ignorar algo tan contrario a la razón y la ley. Así suelta su razonamiento más poderoso, aplastante por lo rotundo: «Es injusto para los demás, que sí hacen caso». Luego, burlona, da la estocada final: «Y sí se lo van a decir cien veces». Qué retórica más alta, cuánta claridad de mente. Por supuesto, ávida de más luces, sigo tomando notas pero ya nadie se me acerca.

La señorita que buscaba sacarme de la ignorancia era movida por el celo profesional (desea un bono de desempeño), pero lo más sorprendente es la instrucción en sí misma: imponer lo irrelevante es entronizar el dogma, aplaudir la sinrazón. Me sorprende que el Franz Mayer deje en manos de burócratas un tema así. Hace años entrevisté a Héctor Rivero Borrell, director del museo: es finísimo, culto, sensible. Esta medida es incompatible con su inteligencia y con la lucidez con la que ha dirigido el recinto desde hace años. Quiero creer que no la avala, pero me encantaría que hiciera algo al respecto. Por mi parte, deseo seguir visitando el museo para encontrarme con las musas, no con los emisarios de la doctrina.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

19 comentarios sobre “Sinrazón en el Museo Franz Mayer

          1. Es estúpido y a la vez inquietante, pensar que si pudiesen no sólo no te dejaban tomar apuntes, incluso evitarían que pudieses memorizar y pensar sobre lo visto y que no pudieses asimilar aprendizajes y enseñanzas, así lobotomizados ser más fácilmente manipulables.
            No creo que fuese debido a controlar derechos de autor de lo habido en aquel Museo, como seguramente esgrimirán los ideólogos del tal coartamiento de la libertad de pensamiento y de inteligencia.

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            1. Shhhhh, que no te oiga quienquiera que elaboró ese «reglamento»: le puede resultar atractiva la idea de prohibir pensar y asimilar. Y por supuesto que no tiene que ver con derechos de autor. SI les preocupara eso, entonces no veo sentido a hacer una exposición con la obra.
              Beso

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  1. Pues no sé si el director del museo avala la medida o no, pero lo que creo cierto es que no viene precisamente de quién te la dijo. Su falta de capacidad para dar una razón me hace sospechar que para ella es una orden, que evidentemente viene de arriba.

    Al final son los dueños los que ponen las normas y los trabajadores las que las llevan a cabo, no poder tomar notas es absurdo, pero repito, me da que quien las traslada es quien menos culpa tiene.

    Bsos ojito.

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  2. Y después leo esto… y digo que no. Que yo en México acabaría a hostia limpia con todo perro pichipichi… (aunque durante mi épico viaje se me haya tratado muy bien). A mí me dicen que no escriba y les armo la marimorena. Vamos a ver: en un museo de Estambul estaba escrito que no se permitía flash (normal) pero estos no querían que usara la cámara; después de dos funcionarios y haber decidido que habría puesto queja vinieron a buscarme… rectificaron y me ofrecieron entradas para otro día porque el museo es enorme. Me temo que en México me habrían dicho «nos vemos afuera».

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    1. Por desgracia, la prepotencia mexicana es muy común en cualquiera que tiene cierta posición de «autoridad». Creo que es consecuencia de nuestros muchos traumas e inseguridades como nación. En fin, sí creo que te lo hubieran dicho…

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