
En estos días necesito andar ligera, aliviarme las espaldas. No sé qué manía me lleva a empacar lo no-necesario y, como si se tratara de una maleta agobiada, sentarme encima para hacer que todo quepa a fuerza, para luego complicarme arrastrando un inmenso equipaje por la vida.
Me urge aprender a soltar, como en este chiste budista.
Y para ayudarte a andar liviana de palabras sólo me cayo la boca y te abrazo.
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