Escribir sobre las grietas que llevamos dentro: Ana García Bergua

Foto sin crédito, tomada de http://www.literalmagazine.com

En cada uno de sus cuentos hay siempre historias, más de una. Está la evidente, la gritona, pero también una soterrada, que a veces se asoma pero otras tantas apenas se sugiere, aunque con frecuencia mueva los hilos de la trama.

En la más reciente emisión de BAzar de letras, programa de radio que conduzco en la estación en línea Código CDMX, platiqué con la escritora mexicana Ana García Bergua, a propósito de su libro de cuentos La tormenta hindú y otras historias, publicado por Editorial Textofilia. Habló sobre por qué le gusta escoger personajes corrientes y comunes: porque esconden los desequilibrios más inesperados, las grietas más perversas. También conversamos sobre cómo sus cuentos son de una sencillez muy trabajada.

Da click aquí para oír el programa completo.

 

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

Un comentario en “Escribir sobre las grietas que llevamos dentro: Ana García Bergua

  1. Bueno, como corresponde, fui a escuchar el programa antes de abrir la boca. Veo que sigues firme (tu voz lo demuestra, aunque te noté algo ronca ¿Todo está bien?), así que los «miedos» que tenías al principio de todo esto se están disipando rápidamente (ya lo sabíamos todos, pero es bueno comprobarlo empíricamente).
    Una pequeña crítica (en realidad es un detalle absolutamente personal). ¿Es necesario que haya música detrás cuando tú o la invitada están hablando? insisto en que esto es algo personal y no significa más que la palabra de un mero oyente, pero la verdad es que a veces creo que el exceso de sonido es perjudicial (si supieras las veces que en Youtube en dejado críticas al respecto…).
    Me voy apropiándome de un tema. Cuando citas a Marta Sanz me digo ¿Qué le pasa a la gente con el dolor? ¿Se creeran que la vida es pura aspirina? En fin, que no creo que la lucidez duela; lo que duele es la estupidez. Lo que pasa es que los lúcidos tienen que soportarla en demasía; y como hoy está mal visto decir «soy lúcido» (y por lo tanto se estaría diciendo, al mismo tiempo «el idiota es el otro») hay que sufrir por interpósita persona. Al diablo con ello. La lucidez no duele. Tú lo sabes.

    Abrazísimo y felicitaciones por el excelente (otro) espacio en el que nos regalas más letras aún.

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