
Hacía poemas incluso cuando hacía cartas. Mejor: incluso cuando no escribía se le transparentaban versos en la lengua.
El #MiércolesDePoesía es para el enorme Miguel Hernández, quien está cumpliendo 75 años de ser un muerto que no acaba de morirse. Este fragmento es de una de las últimas cartas que le escribió a Josefina Manresa, su mujer y madre de su hijo, nacido mientras el poeta estaba preso. Las líneas en las que dice querer brazos postizos para abrazar son más verso que muchos poemas:
«Mi querida esposa:
Todo está preparado para la marcha, pero sigo aquí, no sé si hasta mañana, pasado mañana o al siguiente […] Se me están apolillando los juguetes de Manolillo y muriéndose de risa en la maleta. Y el niño pidiéndolos a grito pelado, presumo yo […]
Di al niño que por fin va a conocer a su padre y enséñale una foto mía para que se vaya acostumbrando […] Pienso que me van faltar brazos y boca para él, para la madre y para ti. Si en el camino consigo comprar algunos brazos postizos me los pondré para utilizarlos en su momento, que es el mejor momento que espero desde hace mucho tiempo. Bien, bueno va, allá voy, espérame sin impacientarte mucho y recibe para los dos mi cariño.
Vuestro Miguel».
En Miguel Hernández, Epistolario, Agustín Sánchez Vidal (ed.), Alianza Editorial, 1986
Qué cosa.
Qué cosa. Eso mismo. Sabiendo lo que fue la historia del inolvidable Miguel el asunto toma otro cariz; pero por ahora quedémonos con lo que tú trajiste para el día de hoy.
Abrazos, también.
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Duele leer esa carta, ¿verdad? Y no te cuento que en esta edición que tengo, el prólogo del epistolario lo escribió la misma Josefina. Ay.
Varios más.
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Sí, la verdad es que duele profundamente. Yo estoy en un punto cerca de abrazar a mi hija luego de años sin verla; de allí tal vez que esta entrada haya llegado de una forma particularmente fuerte.
De todos modos no se necesita una afinidad personal para sentir profundamente todo el dolor que rodea a la biografía de Miguel Hernández.
¿Puedo putear a la maldita tecnología que no me deja llamarte?
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Vaya, qué enorme noticia, la de tu hija. Me alegro muchísimo.
La tecnología que no nos deja comunicarnos por una vía nos deja enterarnos de cosas tan buenas como ésta.
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Sabiendo su final, todos ese amor y esperanza por la próxima unión con el hijo y la esposa vuelven cada palabra triste y dolorosa poesía…
Besos.
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Sí, me pasa igual. Esas líneas cargadas de luz, al final quedaron como testimonio de lo que no fue.
Qué gusto leerte, querido Alberto.
Abrazo y estrujo.
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Últimamente estoy algo atareado y no me da tiempo a comentar demasiado, vengo, leo, aprendo y callo. 🙂
Besos.
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Estoy en las mismas, querido, con apens tiempo de respirar. Qué rico saberte por aquí, de puntillas.
Beso.
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Siempre…
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Lo sé, debo tener un chip acelerador de partículas, que hace que siempre me meta en dos millones de cosas al mismo tiempo. No sé por qué.
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El siempre… anterior además de para aseverar tu sempiterno atareo, era para
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(Vaya salió antes de tiempo, continuo) era también para confirmar que siempre estoy, aunque no lo parezca por mi ausencia de comentarios. 🙂
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Sí, sé que cojeamos del mismo pie, ese que se tuerce por exceso de compromisos.
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Efectivamente qué cosa…Ü
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Yo leo esta carta y me imagino a mi abuelo y a mi abuela y a mi padre, escondido en la barriga protectora, escuchando entre aguas el eco de una voz que lee una carta verde esperanza, y veo otro trágico final, y siento el dolor punzante de la tragedia, de la personal y de la que aún desconocía nuestro poeta. Veo poesía, pero odio a esa España que nos robó a tanto buen poeta y a tanta gente
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(Se lanzó antes de acabar). Decía que, aunque veo poesía, no puedo descontextualizar, y se me voltean las tripas pensando en esa España que nos robó tantas buenas letras y tanta gente anónima, y en esta otra que aún no ha sabido hacer justicia histórica. Gracias por traernos a uno de los grandes y por hacernos recordar. Beso grande!
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Resumes los polos entre los cuales se mueven y se han movido no sólo España y México, sino la historia entera: el salvajismo y la poesía.
Vamos a leer y escribir versos, mientras el mundo decide cómo consumirse.
Un abrazo, querida Li.
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Hola, cada vez que leo a este poeta se me retuerce el corazón, se multiplica la pena de conocer su calvario, se me saltan lágrimas por dentro y a veces, las expulso. Y condeno a la humanidad de su época haberlo perseguido y con ello evitar o cortar su escritura luminosa, humana y dolorosa.
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Hernández tiene la palabra precisa para mover cada célula, descolocarla. Su poesía sigue siendo de mis favoritas, de hecho, en mi libro Ser azar uso un epígrafe suyo, que da estructura al volumen. Esta vez iba a compartir un poema de él, pero me acordé de este pasaje, que abre una rendija para conocerlo en su cotidianeidad, también poética. En fin, sí.
Un abrazo, Rafael.
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