Es #MiércolesdePoesía y lo inaugura un poema de Javier Sanz, escultor español que se amista con las palabras.
Los versos tratan un tema que me obsesiona y al cual he dedicado no sé cuántos poemas: el tiempo. Es relativo, inasible y carnívoro, terminará por comerte los ojos. Por comer también los míos. Y aunque llevemos siglos tratando de descifrarlo seguimos sin saber dónde vive, en qué esquinas le gusta dar la vuelta.
Como dijo Agustín de Hipona: «Si no me preguntas qué es el tiempo, lo sé. Si me lo preguntas, no lo sé».
Celoso de mi tiempo
«Cada vez soy más celoso de mi tiempo;
cada vez lo amo más.
No tengo más reino que un pedazo de tiempo;
cuanto menos tiempo me queda,
menos me gusta perderlo.
Paladeo mi tiempo;
paladeo mi veneno».
En plena resaca por la partida de doña María Dolores Pradera (que me faltará por más de una razón que no viene a cuento) estoy más convencido que nunca de que tiempo es igual a ausencia:
https://goo.gl/4nXifB
Abrazos fatalistas.
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Uf, no sabía de la muerte de Pradera. Aprendí a gustarla a través de la querencia de mi papá por ella.
Y sí, Andion lo dice bien. Por hoy el fatalismo tiene cabida.
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El tiempo no es nada, si lo miras bien. Sólo hay el momento exacto en el que estamos, el resto no es. El pasado ya no es nada y el futuro tampoco. ¿Por qué agobiarse con lo que no es y no centrarse en lo que de verdad tenemos?
Teoría!!! Seguimos sumando años a la vida y restándoselos a la muerte. Yo también. 😉
Besos atemporales.
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Es una forma de verlo, la otra es la que se tira a la tremenda. Yo, como soy de personalidad múltiple, alterno enter ambas y sus puntos intermedios.
Te abrazo sin oír el tic-tac
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