La lujuria no es buen negocio. Lo fue cuando conservaba un toque de transgresión. Ya no. Hoy resulta tan cotidiana como las galletas de animalitos y bastante menos versátil, porque no se le puede sopear en un café cargado. Para que llame la atención debe ofrecer algo retorcidito. Esa parece ser la tesis del artistaSigue leyendo «¿Sexo con 365 en 365 días? Why not.»