Un poco por azar y otro poco por Sean Penn fui a ver «El árbol de la vida». En las dos horas y media pasé por un abanico de emociones: me sorprendí, me gustó, me aburrí, me chocó, unos minutos incluso me dormí, me volvió a gustar y vuelta a empezar. De ritmo lento y secuencia cuya lógica a veces cuesta seguir, me quedo con dos cosas. Por un lado, la extraordinaria fotografía de Emmanuel Lubezki, sobre todo las escenas de naturaleza y los juegos abstractos de colores y texturas, sutiles y bellísimos. Por otro, con la reflexión sobre qué es lo que realmente vale la pena en el día a día. En su aparente caos, la cinta propone que sólo vivir en el presente y volcarse en el otro da sentido a la existencia. Coincido.
Enrome película, ¡enorme! a mí me encantó saber que no soy el único que se pregunta quién eres realmente, el producto biológico evolucionado desde los dinosaurios, sobreviviente de una cadena alimenticia que rompió el equilibrio, el alma que siente, que lucha, que interacciona en esas redes de relaciones con otros seres, ese que es moldeado y moderado por una determinada cultura-sociedad, un lider que es liderado por quien él lidera, una mezcla de todo, ¿en qué vale la pena enfocarse? No sé, a mí me pareció maravillosa.
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A mí me dio por leerla en tono «Tao», es decir, el caos como sentido último de la vida, como verdad final. Y sí, es bueno saber que somos varios preguntones…
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No me gustaron los momentos national geographic, creo que abusó de ellos el grande Malick. Conozco su breve filmografía menos Pocahontas (la idea me da mal rollo). Sobre la música tengo sentimientos ambiguos… yeah but a bit too much. El resto me pareció fantástico. Que pasarán años antes de volverla a ver pero la volveré a ver seguro. Y también me sentí fluctuar en el río del Tao.
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Me pasa igual: en muchos años no la voy a recordar pero un día amaneceré diciendo «me urge verla». De acuerdo en cuanto a la música y los momentos Nat Geo.
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