«La eternidad por fin comienza un lunes», escribió alguna vez Eliseo Diego. Tras un fin de semana envuelto para regalo, hoy suscribo ese verso mientras resuelvo crucigramas con tu nombre, mientras siento un cosquilleo en el cuello, mientras ensayo conversaciones con el espejo, mientras controlo mi ternura por esa foto, mientras afuera hace sol pero aquí hace luna y frío.