10 am. Catedral de Zipaquirá, a una hora de distancia de Bogotá. La iglesia fue construida en lo que antes fue una mina de sal. Increíble lo que logra el ser humano: socavar el corazón de una montaña para hacer un monumento religioso que deviene turístico. Carente de fe yo misma, no lo entiendo pero a 180 metros de profundidad me maravillo del lugar y, más aún, de la sonrisa perpetua de la guía (de nombre «Leidi»), que explica cada detalle como si en ello le fuera la vida.
Al salir, el taxista que nos espera nos recibe con una de las expresiones más lindas que he oído: «¿cómo me les fue?». Imposible no anotarla y fascinarse.
caramba, amiga, la expresión del artista me hizo recordar una anécdota del gran músico cubano bola de nieve, pero no tiene nada que ver con tu post… de todos modos, debe haber sido una visita impresionante… nuestra américa como siempre, con ese realismo mágico a flor de piel…
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