«A cigarette is the perfect type of a perfect pleasure.
It is exquisite, and it leaves one unsatisfied.
What more can one want?»
-Oscar Wilde
Empiezo por aclarar que no fumo ni he fumado. Cuando me enfrenté al primer cigarro, la náusea fue tal que no reincidí. No me apetece. Es más, me repele. Sin embargo, al ver cómo algunos lo disfrutan pienso que me pierdo un placer inenarrable, yo que tengo vocaciones profanas. El sitio www.theperfectpleasure.com, espacio de promoción del acto de fumar y de donde selecciono estas bellas fotos, acrecienta mis dudas. La puntilla la da el epígrafe del máximo hedonista: «Un cigarrillo es el tipo perfecto de placer perfecto. Es exquisito y te deja siempre insatisfecho. ¿Qué más se puede pedir?».
Si en esta vida no sucede, creo que en la siguiente seré una fumadora empedernida.





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Gran tema, sólo objeto dos líneas: «Dame el humo de tu boca./ Anda, que así me vuelvo loca.» Puedo pasar sin él…
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Ahora mismo estoy fumando, poco más hay que decir 🙂
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Pues desde ya te nombro mi gurú en el tema para la otra vida…
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Sugiero que en esta tira de fotos se incluya una radiografía de los pulmones de un fumador.
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Como las de las cajetillas de cigarros? Al menos aquí en México por ley incluyen unas fotos espantosas…
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Así es, Danioska.
Siempre hay dos versiones de la misma historia.
Como dice Napoleón —el de Aguascalientes— «Si has de cortar una rosa
Tienes que mirar la espina».
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Uy, ya no me acordaba de Napoleón, el de «nada te llevarás cuando te marches…»! Pues sí, era sabio…
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No sabía que buscaras editor, Danioska. ¿Quedan plazas? ¡Ah! Yo tampoco fumo, por supuesto.
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=)
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No puedo describir la sensación de fumar, a veces se me antoja, como se me antojan los labios de la vecina, pero ambos son placeres que no podre explicar nunca, por salud desde luego….
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Bueno, puestos en esa disyuntiva voto por los labios mil a uno!
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Yo fumé (poco) y nunca le pillé el gusto.
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Yo no es que no le tomará el gusto sino que me repugnó muchísimo
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Creo que quien más y mejor ha escrito sobre el placer de fumar, sobre el tabaco y de paso, de su relación con el cine, fue Guillermo Cabrera Infante en un muy interesante libro que tituló «Puro humo».
Una de las mejores decisiones de mi vida fue dejar de fumar, pero estuve a punto de recaer cuando lo leí.
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Como no he fumado no corro el riesgo de recaer, así que lo pongo en mi lista de pendientes de lectura. Gracias por enriquecer la conversación, como siempre…
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Reblogueó esto en Cuatro Caminos.
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Fumar ya lo dejé. Fue una batalla ganada, que no la guerra, pues esta nunca acabará hasta que muera, siendo como soy excesivo en placeres y pronto a las caídas, pero no de nuevo a ésta, por conocimiento de mi debilidad. Permíteme pues que, a cambio del placer del humo ya añejo, tus escritos sean el tabaco que me envenene. Tal cual la proximidad lo permita así consideraría tus palabras mi delicioso humo cercano. Tras tus palabras, más que leídas ya oídas, reposaría mi cabeza en el respaldo del sillón y cerraría los ojos dejando flotar las letras de tus oraciones…
Abrazos,
Rafael
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Caray, una imagen de lo más perturbadora: palabras como humo que envenena pero se disfruta!
Abrazo
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Pues, querida danioska, lamentablemente eso es el fumar: disfrutar de un humo que envenena. Gracias a Dios lo dejé, y he de reconocer que llegué a fumar mucho -demasiado-. Pero eso ya es historia. ¡Ahora prefiero otros disfrutes más sanos, como tus palabras!
Feliz tarde,
Rafael
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Me da gusto, un abrazo y gracias por pasar
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Es curioso porque yo tampoco fumo y sin embargo a veces me paro a pensar en lo exquisito que parece ese vicio cuando lo hacen ciertas personas. Por eso a veces me dan ganas de tener una etapa de fumadora empedernida en mi vida. Incluso a veces lo intento, pero ni acaba de gustarme el sabor del tabaco (a menos que sea mentolado) ni me sale eso de fumar con clase.
¡Saludos!
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Pensé que sólo a mi se me ocurrían esas cosas. Será, como digo, en la vida siguiente…
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Reblogueó esto en bibliotecadealejandriaargentina.
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Yo he sido fumador y lo he dejado. Me pasa como a tí en varios aspectos, pero en mi caso no pienso esperar a la otra vida para volver a fumar, me he prometido que a los 75 años recuperaré el placer (químico, es nada más que darle al cerebro la dosis que no se cansa de pedir). Evidentemente no sé si lo cumpliré, ni si llegaré a esa edad, pero dejo aquí el testimonio de mi deseo.
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No sé si estaré por aquí para recordártelo y seguramente este blog será mero polvo, pero me gusta la intención de dejar ese testimonio de lo que quieres…
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Es tal cual, es placentero y así lo tomo yo, no como un vicio sin sentido
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Pues siendo así, me hace todo el sentido!
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Pues maldito sea el cigarrillo. Maldito vicio. Maldita costumbre. ¿Por qué será tan dañino? Yo dejé hace casi tres meses y lo extraño. Es como una hermosa y terrible mujer. No la quieres al lado tuyo pero cada tanto no puedes dejar de pensar en ella.
También es una suerte que sean las dos de la mañana y esté trabajando, así no salgo corriendo a comprar un paquete.
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Qué interesante imagen: el cigarrillo como una mujer hermosa. No me extraña que se vuelva un vicio.
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Vaya, que es cierto. Ahora que lo dices, como siempre, con un décimo de las palabras que yo uso, suena aun mejor. Uno dice cosas que no están nada mal después de todo.
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Qué dices! Nada mal, demasiada modestia…
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Teneis que leer esta reflaxión-justificación del genial Julio Ramón Ribeyro. Os dejo enlace:
http://es.scribd.com/doc/17680210/Julio-Ramon-Ribeyro-Solo-para-fumadores
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Bueno, genial! Seamos, pues, mutuamente bienvenidos…
Abrazo
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