Líneas desde la cueva

Foto: www.mongabay.com
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Hace días recibí un golpe que conmocionó mi paz, mis certezas, mi universo entero. Me quebró el espinazo. Desde entonces he estado ausente de este blog, asomándome apenas a vaciar algo de dolor en versos. De hecho, he estado ajena de todo y de todos, escondida al fondo de la cueva, lamiéndome las heridas. Me han acompañado en el refugio algunos libros y también cuadernos de escritura (mi terapia más antigua), pero esos renglones trémulos sólo los expongo a mis ojos. Mi pareja y mis amigos, pacientes y amorosos, me aguardan a la entrada y me abrazan cuando reciben mi señal para acercarse, pero saben que necesito tiempo a solas.

Cuando empecé este blog quise que fuera expresión de la mujer que soy, emocional, contradictoria, sensible, temerosa, vital. En casi dos años he tratado de evitar las máscaras y me he mostrado sin disimulo, para bien o para mal. Si algún mérito hay en este espacio, creo que es ése. Sigo fiel a esa declaración de principios, así que ahora que atravieso un dolor muy hondo (mejor: que el dolor me atraviesa) sólo puedo desde aquí tratar de exorcizarlo con palabras, ponerle nombre para ahuyentar su negrura.

Supongo que un día volveré a andar afuera, entre los árboles, que disfrutaré de nuevo el aire fresco. Ese día también retomaré el ritmo de escritura en el blog, hablaré de lecturas y autores, de novedades de la lengua, de mis amores y mis plantas, de poetas que me deslumbren y de yoga. Por ahora sigo aquí, oyendo mi eco en las paredes de la cueva.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

41 comentarios sobre “Líneas desde la cueva

  1. Desde el pudor y la distancia que impone el respeto de no «conocerse», sigo acercándome a estas entradas intuyendo que va mejor. Y es un gusto enorme, también iré a por las nuevas hasta que el círculo se cierre. Beso. PS Respecto alotro… le he enviado tuit y correo. No se haga usted la sueca.

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