
Algunas nalgas provocan sofoco. Ahogo, pues. Poco puede hacerse ante ellas. Es decir, mucho, pero poco a nivel de resistirse, de encontrar motivos para no sucumbir. ¿A qué empujan (ejem)? A exprimir, acariciar, besar, sobar, mordisquear y, tras una mínima pausa, ceder de nuevo a la devoción que inspiran.
En general hablan un lenguaje contundente. Ese par de pedazos de carne que las manos no pueden contener (porque si los contienen, qué chiste), esos que uno mismo sólo puede verse por interpósito espejo, las nalgas, digo, bien pueden ser el rostro más inequívoco. Respingonas, tímidas, aplastadas o redonditas, en forma de manzana o de pera a punto, revelan el carácter de su poseedor. En realidad, no sé si lo revelan pero cómo se antojan. Si bien no recuerdo el rostro de varios seres que han pasado por mi vida, sus nalgas me quedaron como tatuadas.
Por cierto, odio decirles pompis y glúteos, la primera por ñoña y la segunda, por anatómica. Aunque «por sus glúteos los conoceréis» juega mejor, nada como decir: «Por sus nalgas los conoceréis».
Que los calipigios reinen el mundo, cómo no.
Reveladoras…tus palabras.
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Qué le vamos a hacer, soy propensa a los sincericidios.
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Pues al de la fotografía estaría encantada de conocerlo, lo confieso 🙂
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Ese es mío pero tienes la suerte de que no celosa ni posesiva.
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Me has dejado con una gran sonrisa en los labios; “Por sus nalgas los conoceréis” 😉 Abrazos querida Danioska.
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Abrazos de regreso!
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¿Se puede decir «esos calipigios me los como a besos»?…Digo…Ü
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A mí, pompis me tira para atrás, como todas esas palabras ñoñotas que se utilizan para con el entorno de los niños, pero no me desagrada nada glúteos; que me suena a redondez y que al pronunciarlo me llena la boca, y con esto y su similitud de sonido me llevan a la glotonería, esa que provocan muchos de ellos…
Besos.
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Mira, qué bien que «glúteos» te funcione. A mí me suena a clase de anatomía, sobre todo frente al rotundo «nalgas», que en la sonoridad de la doble «a» me remite a redondez, a frescura, a día de licencia. En fin, cada quien su palabra aunque compartamos el concepto, esa glotonería que tan bien defines, querido Alberto.
Abrazos.
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Sin duda, «Nalgas» es muy bienvenida por mí y me gusta mucho… y como a ti, me suena a frescura, a licencia y deseo, aunque me suena algo menos prieta, más suelta, con más movimiento… dentro de la misma lujuria que me provocan, anda en otro grado descriptivo a utilizar según el caso… 🙂
Esto es lo bello del lenguaje y de las palabras, que nos las apropiamos y las saboreamos con nuestras propias razones.
Besos.
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Así es, la lengua es de quien la usa (en su doble acepción, ja), es lo más democrático que existe!!
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Claro, exacto, correcto. Yo empecé a ir al gimnasio ¿servirá de algo a esta edad? Me encantó lo de celebrar el día de las personas calipigias. Eso habría que ponerlo en práctica ya mismo (pasado mañana es 3).
Besos.
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Veldá? Instituyámoslo!
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