Yo y el yoga

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Arco de pie: mi postura favorita. Claro, me sale mucho mejor que a esta colega.

Cumplo seis años de practicar yoga. Y lo odio. Qué es eso de querer doblarme en todas direcciones, guardar equilibrio pero seguir respirando. Noventa por ciento de las posturas son muy incómodas,  me hacen sudar como caracol angustiado, me siento tan torpe como el mismo caracol.

Pero también lo disfruto. Cuando empecé a ir a clases me acordaba a diario de mis dos hernias lumbares: hablaban fuerte a cada rato, sobre todo si estornudaba o dormía hecha bola. Un año después, conforme mi cuerpo empezaba a entender vagamente las posturas, ya hablaban quedito y hoy, que quizá comprendo treinta por ciento de la secuencia, nunca me acuerdo de mis hernias. Quién sabe si sigan ahí. Y mi cabeza ha aprendido cómo aquietarse y dejar ir, buscar el centro, respirar como forma de relajación.

Es que no se trata de una moda, aunque esté de moda: el yoga es una disciplina antigua que une cuerpo y mente, es un sistema de salud con raíces firmes. En esta relación amor-odio va ganando el amor. Yo y el yoga estamos en buen momento.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

18 comentarios sobre “Yo y el yoga

  1. Que bien, Felicidades por tu disciplina, la respiración además de como bien dices los nudos que se desbaratan del cuerpo y del pensamiento es lo que yo extraño, te comenté alguna vez que hice yoga prenatal. Me dejas con el antojo de volver, me autoengaño, me creerás que después de mis ensayos siento algo muy parecido a la paz post clase de yoga.
    Namaste 😃

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  2. El yoga no existe, es un mito… el yoga es eso de lo que hablan los que quieren hacerse pasar por mejores que nosotros, los pobres mortales que no podemos agacharnos sin que nos duelan tres cosas y gritemos por cuatro. La única vez que conocí a alguien que intentó hacer yoga tuvieron que enmantecarlo para poder desanudarlo, y eso que sólo habían pasado veinte minutos. Ahora ese pobre hombre ve un Toyota por la calle y se pone a llorar…

    Como siempre, nos asombras con tus capacidades intelectuales y físicas (las morales las dejamos para otra ocasión).

    Koi no yokan.

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    1. Dile a tu amigo, el que llora a media calle, que seguro se equivocó de salón y en vez de entrar al salón de yoga se metió al de contorsionismo chino. En esto se sufre pero hasta le agarras el gusto. Es decir, asumes tu masoquismo. Dile que yo le recomiendo ampliamente volver a intentarlo y si de plano no le gusta, entonces que le sugiero formas más sofisticadas de encontrarle gusto a la angustia corporal.
      Shibui

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