No tengo mesura para algunas cosas, entre ellas, el chocolate y el amor. ¿Atemperarme? No sé cómo se logra. La mujer divorciada que soy admira y compadece por partes iguales a las personas maduras que, si una vez deciden no enamorarse, logran su objetivo sin sudores, como un campeón mundial arrasaría en una competencia escolar.Sigue leyendo «MI CORAZÓN, NIÑO GOLOSO»